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17 de Octubre – Alrededores de Halali

Ese día despertábamos de primeras ya en Etosha y podríamos  aprovechar las cruciales horas del amanecer ya dentro del parque. La humilde experiencia que tenemos como “improvisados guías de safari” con este viaje y otro que realizamos a Kenia y Tanzania nos ha hecho seguir las directrices de los expertos a la hora de encontrar los animales. No hay que ser un iluminado para saber que los primeros y últimos rayos de Sol del día son los momentos en que la actividad de los animales es más alta y se tienen más posibilidades de avistamientos.

Ya a primera hora de la mañana los abrevaderos rebosan de vida y si hay suerte es el momento para pillar in fraganti a algún depredador pegándose el festín con el manjar que haya cazado la noche anterior. Mi animal preferido es el león y ya desde el día anterior y en todos los días restantes que visitamos algún parque el objetivo era encontrar a estos animales. Para ello, contaba con la inestimable ayuda de Ely, a la cual la naturaleza le ha dotado con un sexto sentido y una vista de águila para ver donde nadie ve. Todavía no sé como lo hace. Teníamos esperanza de encontrar alguna manada ya que por la noche no pararon de rugir por allí cerca.

Salimos de Okaukuejo saltándonos algunos waterholes ya visitados el día anterior para ahorrar tiempo y llegar pronto a los alrededores de Halali. De camino, nos sorprendió la cantidad de chacales que salían en pareja a merodear, son muy graciosos. Nada que resaltar hasta una charca a mitad de camino entre Okaukuejo y Halali donde tuvimos nuestra primera sorpresa del día. Nos metimos por un pequeño caminito anexo al camino principal de aquel abrevadero y a lo lejos vimos una pequeña manada de seis leonas y un macho alfa. Ya teníamos distracción para un rato y nos quedamos bastante tiempo para ver si avanzaban hacia el agua situada a unos 300 m y llena de antilopes, pero nada. Estaban tan a gusto a la sombra de un árbol que su máximo movimiento era levantarse y volverse a tumbar. Lo curioso de la escena fue el comportamiento de los herbívoros que bebían cerca, en ningún momento se iban pero estaban todo el rato atentos a ellos. Pasado un rato, una manada de unos cuarenta alcéfalos se marchó del agua y pasó cerca de los leones pero ni aún así se inmutaron, fue entonces cuando decidimos irnos para volver a ese punto pasado un tiempo.

Alcéfalo

Pajarillos Okakuejo

Llegamos al camping de Halali para ir directamente a la charca del mismo nombre. A diferencia de Okaukuejo el waterhole se divisa desde un promontorio de roca que había sido habilitado con asientos, con lo cual divisas el paisaje desde una posición elevada. Era media mañana y únicamente había tres matrimonios franceses disfrutando del lugar. Fue aquí nada más llegar cuando vimos por primera vez a los kudús machos, un animal magnífico y bello que da pena pensar que su carne sea tentación de muchos. En compañía estaban sus hembras, impalas, cebras y las siempre ruidosas gallinas africanas.

Kudú

Waterhole Halali

Cada vez venían más y más animales ocupando toda la circunferencia de la charca bebiendo a la vez los impalas, las cebras y los kudús en perfecta armonía hasta que a lo lejos, como en la noche anterior apareció un elefante. El pobre también venía con sed y fue llegar y espantar a todo ser vivo que había antes de su irrupción. Venía seco y lleno de polvo hasta que empezó a coger agua con la trompa y a echársela encima del cuerpo.

Halali

Proseguimos el camino y en otro waterhole cercano vimos una imagen bastante curiosa. A lo lejos vimos lo que en un principio creímos que era una leona pero al ver la cola apuntando hacia arriba con la característica punta blanca nos dimos cuenta que se trataba de un leopardo merodeando por allí. Estaba lo bastante lejos como para no cazarlo bien con la cámara pero la imagen de todos los springboks vigilándolo atentamente resultó cuanto menos inquietante.

Al haber pasado un rato volvimos al punto donde habíamos visto la manada de leones anterior. Seguían allí algunas hembras en el mismo plan sin inmutarse pero el macho había marchado. Tuvimos la tentación de hacer un pequeño fuera pistas porque estaban relativamente cerca pero a parte de que no está permitido tampoco teníamos ganas de reventar una rueda con la cantidad de pedruscos que había. Seguimos disfrutando de las maravillas faunísticas de Etosha para llegar al Etosha lookout, el mirador del Etosha Pan. Desde aquí se puede divisar la gran inmensidad de la planicie salada de color blanco dejando atrás el paisaje de sabana. Continuamos para ir tomando el camino de vuelta para llegar a ver el atardecer en la charca de Okaukuejo y probar nuevamente suerte a ver que imágenes nos deparaba la noche.

Ya en Okaukuejo disfrutamos de un baño reparador en el lodge que allí también hay. A pesar de que tú estés alojado en el camping el acceso a la piscina es libre y lo aprovechamos. Seguidamente, nos fuimos a ver el atardecer a la charca que no tiene parangón alguno. La luz solar se torna roja y el Sol cae por el horizonte en cuestión de varios minutos. Eso añadido a los animales que se reúnen allí a beber deja imágenes imborrables que no tienen precio.

Del amarillo al naranja, del naranja al rojo, del rojo al rosa y del rosa a la oscuridad. Tras este recorrido de colores se hizo de noche y volvimos a cenar a la parcela y a dejarlo todo listo. Más tarde ya volveríamos para ver si pasaba algo interesante y tener un momento de relax con el fresquito de la noche.

De 9 a 11 son más o menos las horas con más posibilidades en las que visitar el waterhole para posibles avistamientos de rinocerontes. Nosotros como el día anterior ya estábamos allí antes de las nueve para probar suerte. Ese segundo día tampoco hizo falta ni esperar y al llegar después de cenar ya se encontraba una pareja de rinocerontes. Es increíble ver a estos animales, son una mole enorme aunque luego veías como se metían en el agua con esa parsimonia y parecen hasta amigables.

Rinoceronte Etosha Namibia

En teoría el rinoceronte negro a parte de ser más pequeño, no tiene tanta joroba y tiene un morro en pico, mientras que el blanco es de color grisáceo a pesar de su nombre, tiene más joroba y el morro más recto. A nosotros aun así nos costó distinguir al resto de rinos que vinieron esa noche. Parecían una familia al principio aunque no se mezclaban mucho y había dos en concreto que eran muy grandes, pero no nos atrevemos a vaticinar si eran blancos.

Ya bien entrada la noche dejamos a la familia regocijándose en la charca y nos fuimos a dormir. Nuevamente los rugidos de los leones se escuchaban por allí cerca haciendo de las suyas. Al día siguiente iríamos a por ellos fuese como fuese, debíamos encontrarlos para cazarlos con nuestra cámara fotográfica.

18 de Octubre – Alrededores de Namutoni y salida de Etosha

Este fue nuestro último día en Etosha y uno de los que nos depararía una de las experiencias más fascinantes del viaje. Debíamos cruzar sin prisa pero sin pausa toda la carretera principal del parque para llegar hasta la zona de Namutoni, los únicos waterholes que nos quedaban por ver. Teníamos que salir del parque antes del atardecer para llegar al camping de Onguma situado justo a la izquierda de la salida.

Como siempre nos despertamos pronto para salir acompañados del amanecer y con la intención de a ver si encontrábamos algunos leones de los que habían dado la tabarra durante la noche. Tenían que estar cerca sí o sí. Cuando llevábamos pocos kilómetros desde Okaukuejo la increíble vista de águila de Ely advirtió la presencia de movimiento en la gran planicie que se situaba a nuestra derecha. Como un resorte paramos el coche y prismáticos al canto. Efectivamente se trataba de una leona agachada en la espesura. Al ver que no se movía continuamos unos metros pero el resto debía estar cerca. De repente vi una mancha cercana a la leona y creí que se trataba de otro ejemplar pero Ely me quitó la idea alegando que se trataba de una roca. Yo insistí y aposté a que era un macho alfa. Seguidamente y como si me hubiera escuchado una imponente melena se alzó del suelo y empezó a caminar. Detrás del rey comenzó a seguirle la hembra anterior y otra más que se alzó, y otra, y otra y otra…

Leones Etosha Namibia

Leonas

Menudo harén tenía el rey de la sabana! Menos mal que no marchamos! Ahora tocaba parar el coche y cruzar los dedos para que se acercasen. Como por arte de magia las hembras tomaron la dirección hacia la pista en la que estábamos situados y a medida que iban avanzando hacia nosotros iban apareciendo cachorritos entre las patas de las hembras. Iban lideradas por una hembra que tenía la cara y el costado con restos de sangre seca. Habían almorzado bien. Se notaba que iban a cruzar la pista, por tanto no había que molestarles. Todavía no sé porque motivo el macho decidió fastidiarnos aquella imagen bucólica y en vez de acompañar a la manada se fue en dirección contraria y se perdió en la espesura del bosque.

Manada leonas

Continuaron caminando hasta llegar alrededor del coche y aquí decidieron hacer una parada técnica para posar delante de la cámara. Algún macho joven que había más curioso merodeaba olisqueando allí y allá a ver quien eran los intrusos que osaban invadir su territorio. En total entre el macho, los machos jóvenes, las hembras y los cachorros contamos quince ejemplares que formaban una bonita estampa. Habíamos llegado al sitio justo en el momento justo. Una suerte increíble al llegar en el momento que decidieron emprender su marcha matutina. Al cabo de un rato, cruzaron la carretera y nosotros seguimos nuestro camino ya que habíamos perdido bastante tiempo y nos quedaba un largo trecho hasta la salida.

En los parques tanto de Namibia y Botswana hay caminos o sendas que se nombran en los mapas con nombres de animales por los avistamientos que en este sitio se han dado. Como ejemplo está Leopard Rock en Savuti o Rhino Track en Etosha. En los alrededores de Halali decidimos tomar este último para ver si teníamos suerte y veíamos otro rinoceronte en este último día. Cuando casi ya se terminaba la senda vimos de frente a un coche parado que nos hizo luces para aminorar la marcha. Justo a la derecha a no más de dos metros había un rinoceronte negro de tamaño considerable comiendo hierba apaciblemente. Ya que los habíamos visto de noche fue una grata sorpresa ver a este animal con la luz solar. Cuando terminó, pegó un respingo y se tumbó en el suelo a descansar.

Rinoceronte Etosha

De camino a Namutoni continuamos disfrutando de la misma fauna que días anteriores aunque comenzamos a ver numerosas manadas de elefantes que cruzaban delante de ti sin pudor alguno. De hecho, la mayor manada que vimos en todo el viaje fue en un waterhole cercano a Namutoni. Incluso más grande que las numerosas manadas que hay alrededor del Chobe Riverfront.

Elefantes familia

Elefante cría

Es fascinante verte allí tú sólo como si fueras algo más del paisaje, teniendo alrededor a estos animales campando a sus anchas y simplemente observar lo que hacen. Es bonito como forman todos alrededor de las crías para que estas jueguen tranquilamente en el agua bajo la protección de los adultos. Aquí fue la primera vez donde notamos la fuerte presión que recibes cuando un animal de tal tamaño te mira, te observa e investiga qué eres y qué haces ahí, pero nada comparado con los sustos que nos llevamos más tarde en el Chobe.

Elefante y cría

Cebra e hija

Llegamos por fin al mediodía al camping de Namutoni para ya de paso poner combustible y comer. Cuando me dirigía a los lavabos, vi pasar muy rápido a ras de suelo a un animal justo delante de mí, pero no llegué a ver de que se trataba. Lo pude comprobar rápido cuando comenzaron a rondar por todas partes muchos de ellos, se trataba de las graciosas mangostas. En un jardincito que había en frente de la gasolinera se encontraba un grupo de unas veinte todas arremolinadas y jugando entre ellas. No eran muy asustadizas y cuando quise darme cuenta, una me estaba mordiendo la correa de la cámara.

Mangostas

Poco a poco fuimos recorriendo el último rinconcito del parque para dirigirnos a nuestro camping de esa noche. El Onguma lodge está situado por un camino justo a la izquierda al salir del parque y se sitúa justo en el borde, de hecho tenía su propia charca para observar animales. El camping estaba bastante bien ya que a parte de lo típico disponías de una caseta para ti sólo con el lavabo y la ducha, como en el camping del Namib. Por la noche, jugábamos a descubrir con la linterna a los chacales que se acercaban furtivamente a la basura. Además, ese día nos tocó disfrutar de un manjar exquisito como son lo que nosotros denominamos «spaghettis namibios», spaghettis aderezados con una especie de escarabajos voladores que nos caían cada dos por tres en el plato dándole un toque crujiente y asqueroso.

Onguma camping Etosha Namibia

Etosha nos dejó muy buen sabor de boca y fue la gran antesala para los días venideros. Con mucha suerte, nos dio la posibilidad de ver gran cantidad de animales y paisajes emblemáticos. A pesar de ser muchísimo más fácil de recorrer que los parques de Botswana pensamos que tiene un carácter único y especial con características diferentes. Hay que verlo.

19 de Octubre – De camino a Rundu

Tras varios días sin recorrer un largo camino y de paseo en Etosha, nos esperaban otros tantos de todo lo contrario, atravesando una larga carretera de casi 900 km que nos llevaría justo a la frontera con Botswana, la franja de Caprivi. Esta delgada línea situada al norte del país consiste en una larga carretera con poblados de casitas a los lados y alguna que otra población más grande. A priori, no representa uno de los atractivos más importantes de Namibia, pero a nosotros nos sirvió como punto de encuentro con la población y una toma de contacto con la gente mucho más cercana que la que se puede tener desde dentro del todoterreno.

Ese día no deparó nada especial ya que desde la salida de Etosha debíamos recorrer casi 400 km para llegar a nuestro camping de esa noche situado en una aldea, justo al lado de Rundu. Dejando atrás Etosha todavía nos dio tiempo a ver muchos Dik dik, el antílope más pequeño y que se encontraba por decenas en los alrededores del camping de Onguma.

Dik dik

Niño Caprivi

De camino a la franja paramos a hacer compras en Tsumeb donde nos dimos cuenta de la diferencia del Norte y el Sur de Namibia en cuanto a la población. Como habíamos leído en las guías, la gran mayoría de la población negra vive en el norte a consecuencia de los desplazamientos sufridos en los conflictos anteriores con los germanos. Aquí se hace patente a la vista las diferencias entre las clases sociales y lo mismo veías a niños ir al colegio que a otros que intentaban lavarte el coche por una limosna. En los alrededores de Grootfontein, cerca de Tsumeb se encuentra el meteorito más grande del mundo por le que había leído en Internet, aunque nosotros no lo visitamos. Vimos el cartel indicativo pero había que desviarse un poco y no sabíamos si íbamos bien de tiempo así que proseguimos el camino.

A lado y lado de la carretera, como medio de subsistencia la gente construye unos puestos en los que venden todo tipo de fruta, madera y demás. Con cuatro palos y una plancha monta una mesa improvisada que sólo ocupan en el momento en que alguien para interesado. Antes de llegar a Rundu vimos uno de esos puestos con unas naranjas que parecían muy apetecibles. Paramos y al momento vino corriendo un grupo de niños con un chico más mayor. El precio era ridículo, 10 céntimos de euros costaban cinco naranjas. Con el chico estuvimos un rato hablando de fútbol y al enterarse que veníamos de España nos felicitó por el reciente mundial. Al ver que llevaba una camiseta del Chelsea supuse que le gustaba el tema y le regalé una camiseta deportiva de las que llevaba para repartir y otra a uno de los críos pequeños. Nos lo agradeció muchísimo y nos quiso regalar más naranjas y ante la insistencia de pagárselas, declinó la oferta diciendo que también eran un regalo. Así era la gente que encontramos en Namibia. Estos momentos  de intercambio de palabras con gente con una vida tan distinta a la nuestra es uno de los recuerdos que más se nos quedó grabados.

Al llegar a Rundu, se puede apreciar el cambio brutal con otras poblaciones de más al sur donde hay más edificios. En Rundu la gran mayoría de las construcciones son de madera, barro y paja como en el resto de la franja de Caprivi. La población tiene mala reputación desde los conflictos que hubo en Angola y a primera vista no da muy buena sensación aunque no por ello tiene que pasar algo. Nosotros quisimos pasarnos por el mercado que indicaba la guía que era bastante interesante pero al pararnos a poner combustible, vimos a varias bandas con aspecto truculento y decidimos evitar problemas. Esto fue sólo una sensación, de hecho la única en todo el viaje y que no por ello decimos que el sitio sea peligroso. Habíamos visto que había gente que paraba allí sin problemas pero en aquel momento por lo que vimos preferimos no arriesgar a dejar el coche aparcado y fastidiar el viaje. El coche en este viaje es esencial pero sí que es cierto que es una carga y una responsabilidad por donde pueden surgir problemas, el dejarlo a buen recaudo es importante.

Seguimos el camino hasta una pequeña aldea que está situado al lado de Rundu y donde se encontraba nuestro camping justo a la orilla del río Okavango. A la que uno sale de la carretera principal de la franja de Caprivi, el resto son pistas de arena que llegan a los distintos poblados o aldeas situadas alrededor de un núcleo más grande. Aquí la pequeña sensación de inseguridad que habíamos tenido en un lugar más grande y con más gente como Rundu volvió a desaparecer y aunque siguieses llamando la atención y despertando curiosidad, no hubo problemas para bajar y hacer fotos o hablar con los niños que se acercaban.

Caprivi

El camping se llamaba Kaisosi River Lodge Camp Site y como el día anterior, disponíamos aquí también de una caseta con una ducha y un lavabo propio lo cual se agradece. El lugar era tranquilo y con poca gente y tuvimos la tarde para disfrutar de la piscina que tenía el lodge y para hacer la colada. A esas alturas del viaje el polvo había inundado cada resquicio de nuestras pertenencias y por más que uno se duchase cada día, el pelo estropajoso y la ropa sucia no lo quitaba nadie. Lo curioso del lugar como en muchos camping de aquella zona, es que el río Okavango que cruzaba por allí, actuaba de frontera entre Namibia y Angola con lo cual desde la piscina sabías que la orilla que tenías en frente era ya otro país. De hecho, estuvimos observando la actividad de pequeñas embarcaciones que pasaban de una frontera a otra a varios grupos de gente durante la tarde.

Ya en el atardecer nos dispusimos a cenar carne, deliciosa por aquellos lares la verdad. De postre teníamos las magníficas naranjas que habíamos comprado y que recogen la gente de por allí del “bush”. La sorpresa vino cuando después de abrir costosamente la dura cáscara el aspecto de la fruta era extrañísimo. Es un tipo de naranja muy grande pero por dentro tiene unos gajos gelatinosos muy pequeñitos y llenos de huesos. El aspecto es desalentador pero el sabor buenísimo, recomiendo probarlas si se va por aquella zona. Ya de noche nos acostamos con la compañía de un pavo real que estaría dispuesto a fastidiarnos el sueño gritando durante toda la santa noche. Idílico.

20 de Octubre – Explorando la delgada línea Namibia

Esa mañana nos levantamos con ganas de comer pavo real en salsa pero al verlo cantar dulcemente en el jardín nos dio pena y lo dejamos estar. El animal no tuvo otra cosa en toda la noche que estar emitiendo un sonido gutural que desconocía que pudiera reproducir un pavo, vamos que no dormimos. Era su casa que se le va a hacer. Ese día debíamos llegar hasta Divundu, cerca de la reserva de Mahangu ya metidos de lleno en la franja de Caprivi.

Al poco de salir del camping, conduciendo por la interminable carretera que llega hasta la confluencia de cuatro países, nos percatamos de una imagen interesante. A la derecha en un poblado bajo un gran árbol, había un grupo de niños reunidos de pie. Dimos media vuelta y decidimos acercarnos suponiendo que estaban en clase. Con cautela y respeto preguntamos a la profesora que estaba allí presente si podíamos observar a lo que accedió amablemente. La gran diferencia entre dos mundos también se plasmaba más que nunca aquí en una simple clase de niños.

Escuela Caprivi

Aprendían canciones en inglés que nos cantaron allí mismo y luego iban saliendo uno a uno a la pizarra para enseñar la numeración también en inglés. Cuando lo decían todo correcto el resto de la clase aplaudía al unísono. Había uno que no paraba de llorar y se asustaba de nosotros pero al final también acabó haciendo buenas migas. Antes de ir al viaje habíamos comprado material escolar para una ocasión como esta, así que hablamos con la profesora para comentarle que si les parecía les dábamos parte de este material a lo que también accedió encantada. Nos fuimos de allí mientras se despedían todos con la mano, nos habían dejado un bonito recuerdo en aquellos minutos que pasamos bajo el árbol con ellos.

Escuela

Escuela 2

Continuamos el camino y hicimos una parada técnica para comer algo en compañía de las típicas vacas de cuernos verticales que tanto se ven allí y en otras partes de África. En toda la franja estos y otros animales se pueden cruzar en cualquier momento y muy justamente además, están amparados por ley y tienen preferencia de paso. Los elefantes directamente se cruzan sin preguntar y te muestran su mal carácter, pero esto ya es otra historia que más tarde contaré.

Durante todo el recorrido se ve a muchísima gente que va y viene entre aldeas con cargamentos bestiales encima de la cabeza, mujeres con muchos niños, hombres trabajando en la construcción de las cabañas… Al igual que vimos a los niños en aquella escuela se veían muchos pequeños que ya de buena mañana iban cargando con herramientas de trabajo más grandes que ellos o llevando rebaños de algún tipo. Dan ganas de dar todo cuanto puedas aunque no sea solución cuando se ven cosas así, pero estarías ayudando más a la mendicidad que a otra cosa. Aprovechábamos cuando veíamos a alguna pequeña familia para darles ropa ya que la mayoría de niños al estar en el campo la llevan hecha jirones y algo es algo. En cualquier caso, lo mejor en nuestra opinión es dar las cosas a alguien responsable que luego reparta equitativamente ya sea una familia, hospital o escuela.

Familia Caprivi

Familia Caprivi 2

Al llegar a Divundu, dejamos la carretera principal para dirigirnos a Bagani muy cercano a las Popa falls y lugar donde estaba el siguiente camping también a orillas del Okavango. Es muy curioso ver las pequeñas aldeas alrededor de estas pistas secundarias, ya que como el día anterior en los alrededores de Rundu, la gente no está muy acostumbrada a que paren viajeros y no les importa en absoluto relacionarse. Lo ven extraño y curioso, pero en ningún momento del viaje como ya dije, vi una mala cara o un menosprecio.

Poblado Mahangu

Mahangu Caprivi Namibia

El camping de esa noche estaba a las puertas de la reserva de Mahangu y se llamaba como tal Mahangu Safari Lodge. A la llegada un chico namibio nos enseñó el recinto del camping y nuestra parcela, a la vez que contaba que le había encantado la selección española en el mundial de Sudáfrica y que todo el pueblo vio la final deseando que ganasen los españoles. Nos comentó también que éramos los primeros españoles que veía por el camping. La verdad que estuvimos más rato hablando de fútbol que viendo el recinto… Casos como este vimos y escuchamos durante todo el viaje. Ya era hora que España ganase un Mundial hombre!!! La parcela que tuvimos en aquel camping quizás fuese la más pequeña que tuvimos durante aquellos días pero el entorno era muy bonito. Teníamos el coche y el espacio para la hoguera y las mesas en la misma orilla del río y estábamos resguardados por vegetación alrededor. Al situarse el camping justo en la entrada de la reserva, la fauna hacia acto de presencia y en un cartel rezaba: “Caution, hippos feeding at night”.

Camping Mahangu

Después de comer disfrutando del paisaje del río y el ruido ensordecedor de los hipopótamos, vino a visitarnos un amigo muy gracioso al que bautizamos como “Marmaduke”. Se trataba de un perro del camping muy travieso que le encantaba que le tirases cualquier cosa para traértela de nuevo. Su objeto favorito eran las piedras pero tenía un cartel colgado del cuello que ponía que no se las tirases para no lastimarse la dentadura. Pasamos el resto de la tarde en la piscina ante la inquisidora mirada del resto de extranjeros. Se pensaban que Marmaduke era nuestro y cuando lo vieron que entraba en la piscina como si de su bañera se tratara, nosotros reíamos.

Marmaduke

Si la noche anterior dormimos acompañados de los berridos del pavo real, esa noche teníamos los rebufos de los hipopótamos contando que no era uno sino un montón. Aunque sea molesto para dormir, el simple hecho de verte en ese entorno, escuchando la naturaleza  y mirando por la rejilla de la tienda como si fueses un niño para ver si veías algún hipopótamo que saliese del agua a alimentarse, no tiene precio. Emocionante.

21 de Octubre – “Última” noche en Namibia y primer “rifi – rafe” con los elefantes

Ese día pasaríamos nuestra última noche en Namibia antes de pasar a Botswana. Pongo comillas porque sería la última antes de pasar a un nuevo país, aunque de vuelta a Windhoek todavía pasaríamos una última de transición antes de acabar este magnífico viaje. Debíamos cubrir un pequeño trayecto hasta Kongola, que se sitúa a orillas del río Kwando.

Se dice que en la franja de Caprivi antiguamente estaba poblada por muchos elefantes y tras los conflictos en Angola la guerra acabó con muchos de ellos en esta zona. Antes del viaje había escuchado que mucha gente decía que por muchas señales de alerta en la carretera que se viesen, no se veía ninguno de estos animales en todo el trayecto.

Señal elefante

Como todo, consiste en probabilidades y damos fe de ello en que “haberlos haylos”. No mucho después de salir del camping, un pedazo de mastodonte salió por el lado derecho de la carretera corriendo a toda velocidad y emitiendo el característico sonido de trompeta. Entre que este tramo es muy monótono y uno se confía, y que a los lados hay bosque y no grandes planicies, aunque parezca mentira no ves venir al animal. Pegamos un frenazo brusco y nos quedamos flipando con la imagen, de ver como el primo de Dumbo cruzó la carretera tan campante y al otro lado movía la cabeza y enseñaba sus colmillos.

Elefante Caprivi

Elefante Caprivi Namibia

Tras este pequeño conflicto que nos hizo sonreír una vez pasó, proseguimos el camino hasta Kongola donde estaba nuestro camping para ese día. Entramos únicamente para confirmar la reserva y hacer un reconocimiento de la zona de acampada para ese día, pero volvimos a salir para seguir aprovechando y ver otras cosas. Habíamos visto en la guía que por aquella zona había un poblado que se dedicaba a enseñar las costumbres de la zona, sobretodo en cuanto a cultura y música se refiere. Una ONG estaba en colaboración con ellos y con esta actividad tenían una fuente más de ingresos.

Poblado Caprivi

Artesanía Caprivi

El poblado se sitúa básicamente donde Cristo dio las tres voces, nuevamente en un lugar remoto, aún más si cabe. A unos dos km después de Kongola hay un desvío a la derecha que conduce a una pista en línea recta llena de subidas y bajadas que recorre zonas llenas de pequeñas aldeas hasta la frontera con Botswana. Al llegar nos atendió un chico que nos comentó que haría de guía. Para entrar pagas una colaboración de dos euros que a mi parecer resultó simbólica. Al lado de las viviendas tienen un recinto que consta de construcciones hechas de madera y paja y que vendría a ser como una especie de plaza del pueblo o lugar de reunión. Fue aquí donde comenzó a explicarnos el modo de vida en el campo. Nos iba enseñando muestras con ayuda de otras personas de cómo recolectaban y trituraban el grano, las distintas trampas para animales, utensilios de caza…

Más tarde nos reunió en el centro para que presenciásemos como un rito de bienvenida del chamán del pueblo al son de los tambores y los cantos que hacían unas chicas. Al acabar el chamán nos comunicaba mediante la traducción que nos hacía el guía, que nos transmitía buenos augurios para poder terminar el viaje en paz y nos agradecía que el destino nos hubiera llevado hasta ellos. Nos sorprendió la seriedad con que se tomaban esto y el agradecimiento profundo que intentaban transmitir al recién llegado.

Chamán caprivi

Continuamos la visita viendo un poco la artesanía de mimbre que realizaban para conseguir cestos para el grano, como construían sus propias camas, instrumentos para la pesca, otros instrumentos musicales o como fabricaban objetos cortantes forjando el hierro. Finalmente se despidieron realizando una demostración de cánticos acompañados de un xilófono artesanal, que según explicaban reproducían en sus celebraciones cuando llegaban las prósperas épocas de lluvia o había algún nacimiento por ejemplo.

El camping de ese día se llamaba Mazambala Island Lodge situado a 4 km antes de llegar a Kongola y a orillas del río Kwando. Deshicimos el camino que habíamos hecho hasta Lizauli para volver al camping e intentar descansar por la tarde en la piscina. Cuando llegamos al lugar de acampada que nos habían asignado ya al pasar esa misma mañana, cual fue nuestra sorpresa cuando vimos a un hipopótamo justo en frente de nuestra orilla. Como en el camping del día anterior, nos habían advertido que fuésemos cautos por la noche con estos animales ya que salen del agua a alimentarse por toda la zona de acampada. Esperábamos que estuviese el animal tranquilito.

Lilac

Hipopótamo Caprivi

Quizás este fuese de los campings donde nos sentimos más solos por dos motivos. Uno fue el hecho de que no había nadie más acampando y el otro que a diferencia de otros sitios, el lodge o edificio principal estaba justo en medio del río en un cúmulo de islas, situado a dos km en barca de nuestro lugar de acampada. La sensación por la noche era brutal y realmente te sentías un poco desamparado. Por la tarde le preguntamos al encargado si podíamos visitar la piscina del lodge principal y previo pago, nos llevaron en una lancha pequeña a través del río hasta el lodge propiamente dicho. El lugar es precioso ya que como comento no le llega absolutamente ningún camino y está todo rodeado de agua en medio de vegetación.

Camping Caprivi

Tras un baño reparador volvimos a nuestra tienda y cuando los encargados del bote nos dejaron en nuestra parcela, ya no veríamos a ninguna persona hasta el día siguiente. Poco a poco el atardecer iba ganando espacio y pudimos disfrutar de una carne deliciosa a la par que veíamos caer el Sol. Cuando nos dimos cuenta la oscuridad había inundado todo, al igual que el suelo estaba invadido por unos insectos negros y enormes un tanto simpáticos que surgieron de todas partes. Nuevamente nos quedamos dormidos viendo la actividad de la fauna por la rejilla de la tienda y pensando en todo lo que nos quedaba. Al día siguiente, dejaríamos Namibia durante unos días para meternos de lleno en una increíble aventura por Botswana.

22 de Octubre – Botswana, otro carácter y paseo por el Chobe Riverfront

Nada más despertarnos ese día, queríamos poner pie ya en el siguiente país de este bonito viaje, Botswana. Muy a nuestro pesar todavía quedaban los últimos kilómetros de esa interminable carretera de la Franja de Caprivi hasta llegar al puesto fronterizo de Ngoma Bridge. A pesar de los casi 900km de línea recta, esta región nos había dejado muy buenos recuerdos. Llegamos en coche hasta Katima Mulillo para hacer parada técnica y comprar muchas cosas necesarias para los siguientes días. Nos esperaba un largo recorrido atravesando Chobe, Savuti y Moremi donde poco o casi nada íbamos a poder comprar o repostar excepto en Kasane. Valía la pena ir bien preparado en cuanto a combustible, víveres y agua.

Ya en el mismo puesto fronterizo de Ngoma Bridge se podía percibir que Botswana nos ofrecería diferencias notables en comparación con Namibia. Nada más pasar las ruedas del coche y los pies por el rudimentario sistema de limpieza, un grupo de baobabs te da la bienvenida al país y el aumento del verde y vegetación abundante se hace notar.

Al poco de traspasar la frontera nos encontramos ya en una de las entradas al Parque Nacional de Chobe. Debíamos llegar a Kasane, por la carretera que va desde Ngoma hasta el propio pueblo, atravesando parte del territorio del parque y partiéndolo en dos. La carretera es asfaltada y en buen estado y en cualquier momento pueden pasar grupos de animales ya que en principio, sigue siendo su territorio. Sin comerlo ni beberlo, pasamos por alto Kasane y cuando nos quisimos dar cuenta habíamos llegado a Kazungula, el otro puesto fronterizo que separa cuatro países: Namibia, Botswana, Zambia y Zimbabwe. Dimos media vuelta y al llegar a Kasane encontramos rápidamente el Chobe Safari Lodge, nuestro hospedaje para los próximos tres días.

Al llegar al Chobe Safari Lodge y ver la comparación entre nuestro patético camping y el lodge, fue la primera vez del viaje en donde nos entró tentación de pegarnos el gustazo. Nos dieron ganas de dormir en camita pero resistimos estoicamente, valía la pena gastarse el dinero en otras cosas. En otros sitios el camping estaba en un lugar bonito, tenías espacio y tranquilidad que compensaba con creces los servicios básicos. Aquí nos dieron una parcela minúscula sin absolutamente nada entre dos matorrales que yo creo que se sacaron de la manga. Les pedimos por favor que nos cambiaran de sitio ya que no cabía ni el coche y accedieron a darnos un lugar más amplio que a pesar de estar al lado de los lavabos y rodeados de muchas personas, estaba un poco mejor. Supongo que Octubre al ser época alta y más siendo Kasane hace que los sitios rebosen de gente. No perdimos tiempo y nos fuimos a la recepción del lodge a reservar el paseo en barco para el mismo mediodía.

Chobe Safari Lodge Camping

A pesar de ir sin comer las ganas por ver el espectáculo de la naturaleza que ofrece el río Chobe nos podían y a las dos del mediodía salíamos del embarcadero del hotel en una embarcación bastante grande. La clase de gente que iba en él no la había visto en todo el viaje, parecía el Titanic más que otra cosa. Gente bastante remilgada, bien vestida con ropa limpia, pidiendo cubatas al camarero, flipábamos por saber de donde salía toda esa gente incluido algún grupo de españoles que vimos por primera vez. Allí comprendimos que Kasane es como la centralita de los safaris de Botswana junto con Maun donde se distribuyen muchas de las agencias. Todo esto no se vería en la profundidad de Savuti ni Moremi en días posteriores. Nosotros íbamos sucios, guarros,  llenos de polvo por más que uno se duchase y con ropa batallera pero bueno, ¿todos queríamos ver lo mismo no? A lo largo del recorrido vimos alguna embarcación mucho más pequeñita y con mucha menos gente y pensamos que hubiera sido mejor, pero de todas maneras no tengo queja de la excursión con Chobe Safari Lodge.

Al principio nos hizo hincapié sobre muchas de las aves que poblaban las orillas del río y la vegetación abundante que aparece. A destacar había muchísimas garzas, lilacs de múltiples colores y águilas pescadoras (las de la cabeza blanca como la de EEUU) que se encontraban a porrones. También sobretodo en el primer tramo de río iban apareciendo de debajo del agua familias enteras de hipopótamos que salían a respirar de vez en cuando.

Hipos Chobe

Garza

En los pastos verdes que formaban pequeñas islas en medio del río se encontraban también muchas manadas de búfalos. También pudimos observar algunos facóceros, babuinos y cocodrilos. Estos últimos nos sorprendieron por la enorme cantidad que se veían en las orillas no sólo en ese día sino también los posteriores. A diferencia del paso del Masai mara – Serengeti donde los cocodrilos aparecen como voraces depredadores solitarios, aquí se mezclaban con el resto de animales sin ningún problema, hasta cuando tuvieran hambre supongo.

Cocodrilo Chobe

Cocodrilo Chobe 2

Ya más a dentro del río, comenzamos a ver diversas manadas de elefantes junto con otras manadas de búfalos. La caída del Sol junto con el paisaje lleno de vegetación transmitía una sensación de tranquilidad impresionante. Entre el sofocante calor y el chapoteo del agua daban ganas de tirarse y nadar en compañía de los animales pero claro está sería de necios hacerlo. Poco a poco fuimos retomando el camino hacia el hotel para llegar justo al atardecer. Este paseo a pesar de ser de lo más turístico de este viaje pienso que te ofrece una perspectiva diferente del safari del que uno tiene imagen y permite relajarte más aún si cabe. Es una recomendación absoluta.

Búfalos Chobe Botswana

Hipos Chobe 2

Al estar de vuelta en el hotel nos dirigimos por la calle principal de Kasane a otro hotel cercano al Chobe Safari Lodge, con el que queríamos reservar la excursión a las cataratas Victoria. La sorpresa fue cuando en la entrada nos encontramos con dos facóceros comiéndose todo el césped del jardín. Esta imagen tan inusual nos dimos cuenta durante los días que estuvimos en Kasane, que es normal y que babuinos y facoceros pasean por las calles como si de gorriones se tratase. Al día siguiente, nos esperaría un recorrido por gran parte de lo que habíamos visto desde el agua pero esta vez por el interior. Nos fuimos a dormir con las ganas de volver a hacer game drive tras varios días en la franja de Caprivi sin agudizar la vista para ver animales.

Facóceros hotel

23 de Octubre – El ciclo de la vida en el Chobe Riverfront

Ese día nos levantamos como un resorte cuando todavía no había salido ni el Sol. Como siempre en un día de safari, vale la pena levantarse pronto para estar donde la acción con los primero rayos del alba. Valió mucho la pena ya que de buena mañana nos recompensó con un animal que teníamos ganas de ver y todavía no habíamos visto. El plan era recorrer tanto como por la orilla como un poco por el interior la zona del Chobe Riverfront hasta un poco más allá del camping de Ihaha, pasando también por Serondela.

Entrada Chobe

Nada más entrar en el territorio del parque nos dimos cuenta que la conducción no iba a ser un camino de rosas en los parques de Botswana. La zona del río Chobe es el aperitivo de lo que se vería días más tarde y ya aquí el terreno se presentaba abrupto y dificultoso. No nos consideramos unos inútiles conduciendo pero no somos expertos en todoterreno. Es por esto que alguien que está acostumbrado a un utilitario normal como nosotros y no practica rutas 4×4 o algo por el estilo, siempre le costará un poco más como es normal. No digo que sea imposible, pero sí que hay que tener un poco de habilidad y sentido común para adaptarse a la situación. Eso sí, mola mucho!!

Impala Chobe

A unos pocos cientos de metros de la entrada bajábamos por un terreno boscoso y escarpado en dirección a los senderos situados a la orilla del río Chobe. De repente nuestra atención fue captada por un grupo de animales que estaban en una llanura al lado del agua. Eran licaones!! Enseguida paramos el motor y nos dispusimos a captarlos con las cámaras antes de que pudieran desaparecer ya que sabíamos que esa oportunidad no se volvería a repetir seguramente. Eran un grupo de diez licaones (wild dogs), que jugueteaban entre ellos corriendo de aquí para allá.

Licaón

A pesar del aspecto desaliñado que tienen nos resultaba emocionante ver este animal después de ver con la ferocidad que atacan en grupo en algunos vídeos, con unas tácticas muy inteligentes. Lástima que ya queden muy poquitos. Sorprendentemente, empezaron a caminar en nuestra dirección hasta que dejamos de verlos por culpa de unos matorrales. Cuando quisimos darnos cuenta, uno tras otro fueron apareciendo justo delante nuestro entre la maleza, para quedarse un rato descansando allí en la misma pista a la vez que nos cortaban el paso. Creo que fue uno de los momentos con más suerte del viaje ya que pudimos disfrutar de estos animales a escasos metros de distancia justo en ese momento, antes de que volvieran al camino para meterse en la espesura del bosque.

Licaones

Ya una vez en el camino que acompaña a la orilla empezamos a ver antílopes de todo tipo haciendo su vida diaria. Uno de estos el cual nos resultó muy curioso fue al que denominamos en clave “el asustadizo”. Estos antílopes siempre estaban en grupo y a cualquier ruidito o muestra de peligro se escabullían corriendo rapidísimo, antes que cualquier otro animal por lo que vimos. Hasta que no compramos un libro de fauna de África no supimos su verdadero nombre en inglés, ya que la traducción al castellano sencillamente la desconocemos.

Asustadizo

La mañana iba a seguir siendo productiva y dada la riqueza faunística del Chobe, en muy poquito trayecto pudimos ver más imágenes increíbles. Tan sólo un poco más adelante vimos una zona plagada de cocodrilos en los aledaños del agua. Nos estremeció uno concretamente el cual se estaba alimentando del cadáver de un pequeño elefante caído. A la espera, a su lado ya estaba preparado un marabú listo para tener su porción de carroña cuando terminase el depredador su festín. Con tal cantidad de elefantes que hay en el Chobe, no nos extrañó que más de una cría  fallezca por cualquier causa.

Elefante muerto

A no más de 200 metros del cadáver del elefante, otra imagen nos confirmaba que seguramente alguna manada habría perdido a algunos de sus pequeños. Esta vez, otro joven estaba rodeado por no menos de cuarenta buitres y marabús que se alimentaban de sus restos. Los buitres no paraban de pelearse y darse picotazos para ver quien era el que se llevaba la mejor parte. El ciclo de la vida estaba aquí más presente que nunca. Unos mueren para que se alimenten otros, pero siempre por las reglas de la naturaleza. Quizás estas dos imágenes seguidas fueran de las más salvajes que vimos en todo el viaje, junto con alguna que todavía nos quedaba por ver.

Elefante muerto 2

Debíamos seguir ya que se nos había echado el tiempo encima. Si queríamos llegar hasta Ihaha y volver ya habíamos pasado bastante tiempo sin recorrer mucho tramo. De camino pudimos disfrutar como no, de manadas y manadas de elefantes que se escondían tras cualquier matojo. Como un animal tan grande sabe camuflarse tan bien y salirte en medio de la carretera casi sin enterarte… La fama del parque está bien merecida, no hay lugar en el mundo pienso donde haya tantos paquidermos.

Elefante Chobe

Elefante Chobe 2

Al llegar al camping de Ihaha, pudimos estirar un poco las piernas y dar unos pasos, que tras horas conduciendo por terreno difícil y botar como una pelota se agradece. Desde el camping que está a una cierta elevación, pudimos disfrutar del paisaje, que ofrece una gran llanura que bordea el río. Desde aquí se pueden divisar muchísimos animales pastando por la planicie y la sensación de tranquilidad es agradable. En el río, también pudimos ver algún pescador local en embarcaciones pequeñitas.

Camino Chobe

Lilac

Como decía la cantidad de elefantes es elevadísima al igual que la de búfalos. Entre eso y que los caminos son estrechos te puedes ver rápidamente dentro de una “emboscada” por parte de ellos. Parece divertido pero no lo es. La vegetación a veces te impide ver que estás desplazándote por en medio de una gran manada de cien búfalos perfectamente. De repente están al lado del coche y todas las miradas reposan en ti, con algún que otro bramido, rebufo o coz lanzando arena.

Elefantes Chobe Riverfront

Ya de vuelta, al mediodía comimos en la zona de Serondela con un estado de alerta al 100% para ver que podía salir tras cualquier matorral. Esa sensación es impagable y muy emocionante. Seguimos por los caminos más abiertos por los cuales habíamos pasado temprano por la mañana y a esa hora había una gran cantidad de animales que bebían en la orilla, sobretodo como no manadas y manadas de elefantes para no variar. Fue una madre con sus dos crías la que nos hizo pasar un mal rato. Pasábamos tranquilamente por una pista con un terraplén a la izquierda que daba a diversas charcas plagadas de cocodrilos. Aquí bebían los tres elefantes tranquilamente cuando la cría más pequeña salió corriendo por cualquier susto, cruzando la carretera por delante del coche. En ese momento ya estábamos parados y con motor apagado haciendo fotos y preferimos no movernos cuando la madre emprendió la carrera detrás de la cría. No sé si la madre nos tomó como una amenaza pero decidió pararse justo delante del motor tocando el coche con su trompa y dando bufidos. Luego se movió tranquilamente hasta la ventanilla del conductor para mirarnos fijamente a través de la ventana. No sé si se asustarían de algún cocodrilo o lo que sea, pero lo que es seguro, es que a nosotros nos hicieron temer sobretodo por el coche. Si le pasaba algo había que pagar mucha pasta!!! Lo que sé seguro es que hubiera sido mucho peor movernos y poner más nervioso al animal. La experiencia ahora desde la tranquilidad suena más divertida la verdad.

Águila pescadora Chobe

Águila Chobe

Llegamos al hotel tras un día bastante productivo en cuanto al safari se refiere pero aún nos quedaba por ver a unos rateros de manos muy largas. Allí en la papelera de la recepción del hotel, se peleaban varios monos por unas cáscaras de naranja ante nuestra atenta mirada. Justo cuando los dejamos, en el caminito que va del lodge al camping, también había un facócero que al igual que los del día anterior, se había plantado en el jardín para comerse todo el césped que por allí había. Parecía abstraído de nosotros ante semejante festín que se estaba pegando, hasta que nos acercamos demasiado para la foto y pegando un bramido se separó de nosotros. Nos indicaba que traspasábamos el límite.

Aprovechamos el poco rato que quedaba de luz para darnos un baño reparador en la piscina del Chobe Safari Lodge. Allí, nos dimos cuenta que los monos de la entrada habían invadido literalmente el hotel entero y corrían por las hamacas, bebían de los vasos que la gente dejaba o trepaban por los alrededores de la piscina.

Camino Chobe Riverfront

Mono hotel Chobe

Ya por la noche fuimos a probar el restaurante del Chobe Safari Lodge tan comentado en Internet, para disfrutar de una cena un poco más elaborada que las que llevábamos teniendo durante los días acumulados. La verdad que no está mal pero para nuestro gusto tenía poca variedad. Había muchos tipos de carne pero no variedad de otros tipos de comida. Me gusta mucho la carne pero no como para comer sólo eso y carne de muchos de los animales que había visto durante el día.

De vuelta al camping nos encontramos con una visitante al lado del coche. Se trataba de un pedazo de arañón como no había visto en mi vida. Tenía el tamaño de la palma de mi mano y no creo que fuese apta a la vista para aprensivos de los arácnidos. A mi me encantó pero a Eli no tanto. Con este último bicho nos fuimos a dormir pensando ya en el día siguiente, donde veríamos una de las cataratas más grandes del mundo entre Zambia y Zimbabwe, las cataratas Victoria.

Araña Chobe

24 de Octubre – A chorrearse de agua en las Cataratas Victoria (Mosi – oa -Tunya)

Aquel día nos esperaba un viaje de dos horas desde Kasane hasta Victoria falls (Zimbabwe), para visitar las cataratas más grandes del mundo junto con las de Iguazú. Mosi – oa – Tunya o “el humo que truena”, con este nombre tan característico fueron bautizadas las cataratas Victoria por la gran cantidad de agua que se volatiliza en el aire en forma de gotitas que te dejan empapado.

En un hotel cercano al Chobe Safari Lodge y cuyo nombre no recuerdo sinceramente, habíamos reservado el transporte con guía para todo el día. A diferencia de otras excursiones que van sin guía y sin la comida, este hotel te ofrecía por poco más estas dos cosas y el transporte a los mercados artesanales de Victoria falls junto con la entrada de las mismas ya incluida. Tras toda la información que había recaptado antes del viaje había visto que pasar con el coche a Zimbabwe era una locura y te arriesgabas a que te pegasen la “mordida” de dinero en la frontera y para un día no valía la pena.

A primera hora de la mañana un todoterreno de esos descubiertos nos hacía el corto recorrido hasta la frontera, donde un minibus de otra empresa hermana de Zimbabwe nos recogería para el trayecto desde aquí hasta Victoria falls. Al llegar a la frontera lo único que había era la caseta para los visados y mucha, mucha mugre. En los alrededores danzaban muchos monos que nos amenizaban la espera y alguno que ya nos quería vender los típicos billetes de trillones de dólares zimbabwenses.

Cuando llegó nuestro minibus, a nosotros y a un padre e hijo que venían de EEUU se nos añadió una pareja de holandeses a la expedición. Como decía antes, estos holandeses habían llegado a la frontera con su coche y les pedían 250 dólares por el coche a parte del visado, una burrada!!. Al ver el panorama dejaron el coche en la frontera y se añadieron a nuestra excursión. El guía que nos acompañó era un tipo de Zimbabwe al cual bautizamos como Will Smith dado su parecido. Al llegar tras 1 h 40 min más o menos a Victoria falls pueblo, entramos directamente al Parque Nacional. Allí el guía nos explicó un poco de historia con los mapas y nos comentó de caminar hasta el final del parque, para dejar las cataratas más espectaculares al final de la visita. El ruido ya desde lejos es atronador y a una gran distancia bosque adentro te viene una brisa húmeda que te impregna toda la cara.

Al llegar al final del recorrido, fuimos a dar justamente con el puente que hace a su vez de frontera entre Zimbabwe y Zambia. Desde aquí, se puede practicar uno de los “puentings” más altos del mundo, por lo que leí el segundo más alto de África. Justo por debajo pasa toda el agua que cae de las cataratas y comienzan los meandros del río y la formación de grandes cañones. Siguiendo el recorrido fuimos hasta Devil’s point o Devil’s cataract, quizás el punto donde más te puedes asomar y ver el fondo. Durante todo el recorrido no hay vallas que valgan y aquí hay que andar con cuidado porque como digo, puedes acercarte hasta el límite en toda una planicie bastante grande que acaba en pico. Desde este pico se ve a izquierda y derecha el país vecino, Zambia.

Cataratas Victoria

Siguiendo el camino pasamos a divisar la Eastern cataract donde se sitúa la Devil’s pool en el lado de Zambia. Esta piscina natural se trata de una de las más peligrosas del mundo al situarse justo al borde de la catarata. Cada año muere una persona al caerse de aquí, triste récord. Desde nuestro lado de Zimbabwe se podía ver la piscina justo en frente. Quisimos hasta el último momento ir pero la falta de preparativos en Kasane y lo caro que te lo ofrecen aún estando en Victoria falls nos hizo desistir. Creo que teniendo tiempo y pudiendo pasar más de un día en Livingstone o Victoria falls puede valer la pena la visita a este lugar. Al ir al final de la época seca el caudal estaba casi al mínimo aunque la ventaja que tenía esto, era la claridad con la que se podía ver toda la caída hasta el fondo.

Cataratas Victoria

A medida que avanzábamos por el caminito pasamos de la planicie al bosque colindante a las cataratas y en distintos miradores situados cerca del saliente podías ir haciendo fotos. Las cataratas principales con más caudal están más cercanas a la entrada del parque y a medida que avanzábamos la brisa portaba cada vez más cantidad de agua. Toda la vegetación y el suelo estaban literalmente mojados. No quiero ni imaginar como debe ser pasar por ahí en época de lluvias cuanto el caudal está al tope. En este tramo ya era imposible ver el fondo y el ruido hacía parecer como si se fuese a derrumbar todo.

Cataratas Victoria

Al final del recorrido llegamos al principio, es decir, a las cataratas más cercanas a la entrada del parque y también las más espectaculares. Una estatua de David Livingstone se encuentra en este lugar y desde aquí se puede divisar casi toda la largada del cañón. A esas alturas estábamos empapados y para hacer fotos hay que tener mucho cuidado con los objetivos y proteger bien las cámaras. El lugar a pesar de lo turístico que es nos pareció impresionante y muy bonito ya no sólo por las cataratas sino por toda la vegetación que hay en los alrededores.

Mono Victoria Falls

Al salir nos llevaron a un hotel en el centro del pueblo donde con un vale canjeábamos la comida que entraba en la excursión. Estaba todo lleno de extranjeros y la verdad que la comida aunque fuese occidental era bastante completa. Lo poco que pudimos ver del pueblo supusimos que no tenía nada que ver con el resto del país, uno de los más pobres del mundo. A parte de hoteles, bancos y poca gente no había nada que destacar pero podría pasar perfectamente por un pueblo de Europa salvo los alrededores.

Al terminar de comer, como no habíamos escogido hacer ninguna actividad nos llevarían a una granja de cocodrilos y al mercado artesanal. Les dijimos que preferíamos no ir a lo de los cocodrilos y tener más tiempo en el mercado. Al llegar nos dejaron durante una hora más o menos allí. El lugar no tenía nada que ver con el centro del pueblo y el improvisado mercado eran minipuestos en el suelo de artesanía en las afueras. No había ningún extranjero y para nuestra sorpresa los vendedores guardaban el turno para intentar vendernos algo cuando el compañero de al lado había terminado. Estuvimos durante todo el rato en un recuadro cerrado con unos 25 puestos con 25 vendedores pero había calles y calles con más puestos. Habíamos traído muchísimas camisetas, bolis, caramelos y demás cosas para intercambiar puesto que habíamos escuchado que les interesaba, pero no íbamos muy confiados en esta posibilidad. Cuando uno de los vendedores nos preguntó si teníamos ropa fue un intercambio continuo al más puro estilo de la edad media entre ropa y artesanía. Nos hizo gracia el hecho de que nos llegaron a pedir hasta la guía de Botswana que llevábamos o la funda del trípode de la cámara (todavía no sé para que querrían eso). La verdad que a pesar de la insistencia, el duro regateo y que todos querían que les comprásemos algo se les veía gente agradable e hicimos buenas migas. A pesar de lo tenebroso del lugar acabamos haciéndonos fotos en grupo y la mitad de ellos con mis camisetas puestas.

Mercado Zimbabwe

Ya de vuelta a Kasane y para variar tuvimos otro susto con varios elefantes que se cruzaron delante del bus. Entre la velocidad a la que van conduciendo los de allí y los animales que se cruzan, el nivel de acojonamiento sube por momentos. Llegamos al hotel y volvimos a saludar al facócero que el día antes se comía la hierba y ese día también. Esa sería la que tendría que ser nuestra última noche en Kasane, pero el destino nos tenía todavía algunas cuantas preparadas.

25 de Octubre – El día fatídico, o como no nos olvidaremos del Chobe en nuestra vida

Aquel día nos las prometíamos muy felices. El plan era ir desde Kasane hasta nuestro próximo destino, Savuti, atravesando el interior del Chobe. Ese día fue en el que nos dimos cuenta que por muchos mapas, preparación o experiencia en otros viajes que uno pueda tener, este viaje es distinto a todo lo demás y se te puede dar la vuelta a la tortilla en un abrir y cerrar de ojos. No hay muchas fotografías de aquel día pero no hacen ni falta porque ese día quedará grabado en nuestras memorias por siempre jamás.

La pista que atraviesa el parque por el interior cruza lo que se denomina en los mapas como Nogatsa’a area. La idea que pretendíamos era dar un último recorrido por el Chobe riverfront, salir a la carretera asfaltada que va de Kasane a Ngoma bridge para cruzarla, coger el desvío que de esta sale hacia el interior del parque por el camino indicado y seguirlo hasta Savuti. Nada más lejos de la realidad.

Facóceros Chobe

Nada más comenzar el día de safari, todavía temprano cuando estábamos en los alrededores del río Chobe, los elefantes se volvieron a poner en nuestra contra. A esa hora de la mañana la actividad era frenética y como casi siempre había muchísimos elefantes  por todos los caminos en grandes manadas que te dificultaban el paso ya que había que ir con cuidado. Otra vez nos volvimos a topar con un curioso que se quedó delante nuestro dando rebufos sin dejarnos pasar. Tener a un pedazo de mole delante de ti resoplando y moviendo la cabeza a lado y lado impresiona y mucho. Luego como el del día anterior, pasó por la ventana del conductor acercando muchísimo su cara a la ventana. Una vez sació su curiosidad se fue a un lado y nos despidió con el trompetazo característico de los elefantes y levantando polvo con sus patas a la vez que movía la cabeza.

Elefante Chobe

Cuando salimos a la carretera asfaltada que va a Kasane y dejamos atrás el Chobe riverfront cogimos el desvío que lleva hacia el interior y a partir de aquí ya no volvimos a ver a nadie en todo el día. Fue el principio de nuestro fin! El paisaje cambió por completo y el denso bosque verde que habíamos visto pasó a ser una extensa y basta extensión de árboles quemados. Al ser el final de la época seca ya había visto que se crean muchos incendios naturales que hacen huir a los animales. En resumen esto fue lo que pudimos ver en ese día en cuanto a fauna, poquita cosa.

El camino se complicó aún mucho más. Muchos surcos grandes, mucha arena, rocas y desniveles que hacían bajarte en muchas ocasiones del vehículo. Nos hicimos a la idea que las horas de conducción hasta Savuti iban a ser así. Los únicos valientes que sobrevivían por aquella zona tan seca eran los elefantes que se veían de vez en cuando. Las horas iban pasando y mirando los mapas y las indicaciones que habían semienterradas en la arena cada muchísimo rato, íbamos por el buen camino. Como de costumbre en Botswana, de una sola pista o camino te salían cuatro o cinco desvíos pero hasta el momento en el que pasamos cerca de la tercera entrada al parque por la parte este, supimos que íbamos bien.

A partir de este punto el bosque cerrado volvió a aparecer y el camino cada vez se estrechaba más hasta el punto de que no cabía el ancho del coche muchas veces. Nosotros cada vez soltábamos más barbaridades por la boca porque veíamos que todas y cada una de las ramas del Chobe acariciaban la carrocería de nuestro querido Hilux. Era desesperante e impotente!! Llevábamos muchas horas conduciendo por un terreno abrupto, casi sin ver nada y ya era media tarde pero ya no había marcha atrás, teníamos que llegar a Savuti.

Nuestro gozo en un pozo llegó cuando el camino sin motivo aparente desapareció, sin más. Llegamos como a una especie de arroyo seco y lleno de arena que cortaba la pista por donde íbamos. Como nos había pasado treinta veces más durante el día, creímos que dando vuelta atrás veríamos otro camino pero no. Fueron cuatro los intentos de volver atrás y todo nos llevaba hasta ese punto. Creyendo que a lo mejor había que cruzar el río seco metimos el coche demasiado en la arena y encalló. Mierda, mierda y mierda!!! No había manera de sacarlo. No habíamos visto a nadie en todo el día y no lo íbamos a ver allí en medio de la nada. Estábamos desesperados!! Tras un gran esfuerzo y sacar paladas de arena conseguimos sacar el coche de la arena pero… y ahora qué? Estábamos completamente sin idea y no vimos otra que separarnos del coche y explorar un poco la zona a ver si veíamos por donde seguía el camino, con el riesgo que ello conllevaba.

Savuti

Juro por todo que recorrimos el camino adelante y atrás, exploramos la zona con la única ayuda de la pala a modo de arma por si salía algún animal (aunque de todas maneras no hubiera servido de nada) y ni siquiera a la vuelta del viaje descubrí donde nos quedamos tirados aquel día. Todo alrededor no daba señas de seguir ningún camino, era como si el río hubiera borrado cualquier sendero. Se nos pasó por la cabeza la idea de que cualquier caída o picadura de serpiente (que no es tan descabellado) hubiera sido el fin. No quiero parecer exagerado pero cuando el coche no salía yo veía que esa noche nos quedábamos allí.

Ante la imposibilidad de seguir, la decisión era muy difícil pero teníamos que dar la vuelta por donde habíamos venido. Por nuestros cálculos desde el último cartel y los km recorridos hasta el momento no nos debían de quedar más de 30 km hasta Savuti. El momento de rabia e impotencia era total ya que estábamos seguramente muy cerca del camping de esa noche, la oscuridad se acercaba y teníamos que hacernos a la idea de que conduciríamos de noche por un terreno complicadísimo. Si ya nos había costado de día yo no me quería imaginar aquello sin luz!!! Y encima estábamos destrozados!!! De repente se nos ocurrió que podíamos ir a buscar la salida este del Chobe que da a la carretera que linda con Zimbabwe, la que va de Kasane a Nata. De esta forma quizás nos ahorraríamos mucho rato por terreno malo y volveríamos hasta Kasane por carretera asfaltada. Sí, sí, volvíamos a Kasane después de todo el día conduciendo!!! No había otra…

Nos pusimos manos a la obra y deshaciendo el camino recorrido nos colocamos en 2h 30 min en la salida este del Chobe justo cuando atardecía. Ese atardecer nos supo a gloria, creo que no nos sentimos tan lejos de casa como ese día y el atardecer con la caseta de la salida de fondo parecía que nos indicaba la salvación, pero nada más lejos de la realidad. Por supuesto en la caseta ya no quedaba ningún guarda que nos pudiese dar explicaciones y para colmo, nos dimos cuenta que la carretera todavía no era asfaltada hasta que llegásemos a la principal de Kasane – Nata. Aquello fue un durísimo golpe porque tras muchas horas conduciendo por mal terreno, vimos que todavía nos quedaban otros 80 km hasta llegar a la carretera principal de Kasane – Nata, conduciendo en plena oscuridad y por el mismo tipo de terreno.

En esta parte este del Chobe existen dos reservas que no son Parque Nacional pero tienen la misma fauna. Son el Maikaelelo Forest Reserve y la Kazuma Forest Reserve y si queríamos llegar a la carretera principal que nos llevaba directo a Kasane, debíamos cruzarlas. El camino que llevamos era una pista bastante ancha en la que los árboles más grandes no los quitaban del medio y por tanto estaban en medio de la pista. Es por esto que conduciendo ya a esas horas en plena oscuridad y a bastante velocidad porque queríamos llegar cuanto antes, debíamos extremar las precauciones. A eso había que añadirle todos los conejos y antílopes que se cruzaban y la gran cantidad de arena que hacía que el coche patinase muchísimo. No lo veíamos nada claro y estábamos con una tensión constante ya que no eran las mejores condiciones.

Siempre decimos que todo tiene su recompensa y ese día al menos hubo algo bueno, aunque podría habernos jugado por el contrario una mala pasada. Hubo un momento en ese camino en el que debido a la fatigante calor a pesar de ser de noche, quise coger agua pero no nos quedaba salvo en el maletero. Le comenté a Eli de bajar y cogerla pero me dijo que le daba respeto y que mejor me esperase a bajar en un lugar más seguro. Y menos mal!!! A no más de 100 metros donde dije eso aparecieron un montón de ojos luminosos en medio de la carretera y a medida que nos acercamos vimos las siluetas. Eran leones!!! Se trataba de una manada de leonas con sus crías que alcanzaba diez ejemplares. Menos mal que no bajé a por agua!! Menudo insensato!! Al ir más lento y con cautela nos fueron siguiendo durante unos metros hasta perderse en la oscuridad todos ellos. Fue un momentazo que recordamos entre las risas y el miedo de por medio.

El camino se alargaba muchísimo y no llegaba la carretera principal. La cosa se complicó aún más si cabe cuando nos topamos con una valla la cual seguimos por un camino estrechísimo, únicamente para comprobar que no nos llevaba a ningún sitio. Tuvimos que volver de nuevo atrás, volvimos a encontrarnos otra vez un montón de desvíos. Pero que demonios es esto??!! No dábamos crédito, parecía que el bosque no nos dejaba escapar. Tras algo más de 100 km y habiéndonos desviado hacia el sur vimos la luz. Aparecimos en el pueblo de Pandamatenga. Estábamos salvados!!!

Allí ya cogimos la carretera asfaltada dirección norte hacia Kasane. Todavía nos faltaban algo más de 100 km y ya eran las diez y pico de la noche!! Esa carretera fue la imagen más surrealista que vimos del viaje. Durante dicho trayecto los camiones que pasaban a toda velocidad en nuestra contra nos hacían luces dificultándonos la visión. Nunca supimos porqué lo hacían pero digo yo que se preguntarían: Qué hará este guiri por aquí a estas horas!!? A los lados de la carretera se veían densas extensiones en llamas sin saber muy bien porque, claramente se veían que eran fuegos provocados. Para colmo, tras tanto calor se puso a llover de manera intensa, era el colofón del día fatídico.

Cuando llegamos a Kasane de nuevo al Chobe Safari Lodge y le explicamos toda la historia al recepcionista se quedó flipando. Nos dijo que nadie va por el interior del parque sino que se rodea para llegar hasta Savuti. Nos dijo que ni siquiera los lugareños sabían el camino y sólo algunos guías hacían esa ruta para reportajes. Por supuesto no teníamos reserva para esa noche y ya eran las doce. Debíamos estar durmiendo en Savuti!! El chico fue comprensivo y nos buscó un hueco finalmente. En resumen estuvimos 16 horas conduciendo para 450 km que hicimos en total en ese día. Exhaustos y empapados completamente nos fuimos a dormir sin ningún plan para el día siguiente, aunque el destino nuevamente todavía nos guardaba sus propios planes.

6 comentarios

  1. Espectacular. Me he quedado aluciado con las fotos de los guepardos, de los licaones y del antílope oscuro que aparece un poco más arriba.

    • Nuevamente gracias! El antílope oscuro le llamábamos el «asustadizo» pero creemos que es una especie de eland. Los licaones tuvimos muchísima suerte, fue pasar en el momento justo en el lugar justo sino es difícil verlos. En cualquier caso hay más posibilidades en esta zona que en el este de África. Saludos y cualquier duda aquí estamos!

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