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Ngorongoro y su cráter

Ngorongoro era un lugar que teníamos muchas ganas de visitar, ya sea por los reportajes o por la cantidad de animales que sabíamos que albergaba, pero moríamos de ganas de verlo.

Antes de entrar en la reserva fuimos a visitar un poblado Masai, el cual estuvo bastante bien si no fuera por la «tangada» que te intentan pegar cuando quieres comprarles algo de recuerdo y así participar en su ayuda. Estos Masais estaban muy resabiados!

Pero bueno, como una cosa no quita la otra, la visita fue interesante. Nos enseñaron sus casas explicándonos como las hacían, como cuidaban a su ganado, su familia, sus ropajes, sus sandalias hechas de neumático y nos regalaron un típico baile de bienvenida.

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Robert, amante de todo objeto punzante y cortante exótico, le compró su lanza a un Masai que vagabundeaba por esas carreteras… y lo graciosa que queda ella en mitad del comedor!! jajaja

Entramos al Ngorongoro y nada más bajar nuestras caras fueron de… huaaaalaaaaaaaa!!!

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Qué maravilla de paisaje! Un lugar realmente único e inusual. Un antiguo cráter dando vida a miles de especies animales.

Con una extensión protegida de  8.288 km² es considerado junto al Serengueti , Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Situado en la inmensa caldera de un volcán inactivo, es sin duda, una de las mayores maravillas naturales del mundo.

Nos contaron  que los bosquimanos tienen la entrada prohibida al parque para evitar así la caza por parte de estos a animales de la reserva.

Pudimos ver algún animal que aún no habíamos visto como, por ejemplo, el tan buscado rinoceronte negro! Que animal más impresionante!!  Y es que el Ngorongoro es la zona de menor extensión donde se pueden encontrar los cinco grandes.

Cebras, nyus, jirafas, elefantes, babuinos, chacales, leones, impalas… más y más de lo mismo… y hienas! Por fin las hienas se dejaban ver bajo la luz del día y no solo en la oscuridad.

Alguna avestruz, pelícanos e incluso algún pequeño crío Masai con su ganado rondaba por ahí.

Impresionante…

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Hicimos noche en el único camping en el que vimos a gente, y bastante! El camping del Ngorongoro. Ante todo nada más cenar te avisan de que no salgas durante la noche ya que es zona de búfalos y elefantes y si no los vemos pueden atacar. Alguna cebra se dejó ver por allí durante la tarde, pero la imagen curiosa la dio un enorme elefante que se pasó por el camping para beberse el agua del depósito de las duchas… que cara de chiste se nos quedó a todos!

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Lago Eyasi y Empakai

Tras un par de días disfrutando del Ngorongoro hicimos un alto en el camino en el Lago Eyasi, en el cual pudimos vivir diversas y simpáticas experiencias.

Comenzamos haciendo un trekking por el cráter del volcán Empakai que resultó ser más espectacular de lo que pensábamos y nos dejó un muy buen sabor de boca.

Ngorongoro es mucho más que la mayor caldera intacta del mundo y es que, el Empakai, es uno de los cráteres de especial belleza que forma parte del área de conservación protegida del Ngorongoro.

Empakai es un lugar poco visitado, quizás nublado por la importancia de su hermano mayor pero es un lugar increíble, solitario y que no dudamos ni un minuto en recomendar.

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Comenzamos el trekking antes de llegar al cráter para poder ver el paisaje de la zona. El acceso al cráter es solo posible a pie. Así pues iniciamos el descenso yo, Robert y Jeny junto a un simpático guardia forestal que cuanto menos, iba equipado con un buen «trabuco».

Tras no más de una hora llegamos al interior del cráter y una bellísima imagen nos recibió. Un precioso lago que ocupa el 75% del suelo del cráter, y miles de flamencos rosas  que reposaban en esas aguas y que a la que te acercabas, se alzaban en un vuelo sincronizado como si de un baile se tratara. Maravilloso…

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Al día siguiente muy temprano, nos subimos al coche en busca de los bosquimanos. Resulta que al ser nómadas no les podemos encontrar a menos que no sea por el boca a boca. Dimos con ellos tras un buen rato de búsqueda y como ya habían hecho en otras ocasiones para Sandy, aceptaron llevarnos a sus tierras y mostrarnos como era su día a día, especialmente a la hora de cazar. Yo reconozco que no quería verlo, pero la insistencia de los demás hizo que me viera andando por un campo de cabras observando como los bosquimanos buscaban algo para llevarse a la boca. Bebían agua de charcos y cazaban con flechas que ellos mismos fabricaban. Finalmente la comida tomó forma de pobre pajarillo y nos mostraron como hacen fuego con cuatro hierbajos y un palo y en él asaron al pobre condenado. Miguel y Robert fueron los únicos que se atrevieron a probarlo y malo no debía estar porque repitieron!

 

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La mañana acabó lanzando unas cuantas flechas con ellos y haciéndonos unas fotos también con sus mujeres, que sentadas al lado del fuego cantaban canciones coreografiadas.

Pasamos la tarde en una aldea Datoga, cercana al lago Eyasi donde acampábamos. “Datoga” es una palabra Masai que significa “fiero enemigo” y es que estos, son antiguos enemigos de los Masai.

Visten con colores tierra, usan túnicas con cuero y las mujeres llevan sus brazos llenos de pulseras hechas artesanalmente con latón. Viven de la ganadería y el cultivo pero también son cazadores. Sus casas están hechas con palos, arena y estiércol de vaca.

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La visita al poblado nos gustó mucho, no sólo por la simpatía de sus mujeres que miraban curiosas nuestro pelo, nuestra piel, los tatuajes… sino también por la amabilidad de todo el mundo y la inocencia de los niños.

Los más pequeños jugaban con globos que habíamos llevado y sonreían ante los dibujos que hacíamos en libretas que nunca habían visto. Se sorprendían del reflejo de las gafas d sol y a más de uno pillamos intentando comerse un globo porque no sabía ni lo que era…

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Un día de lo más completo con dos etnias completamente diferentes nos habían dejado muy satisfechos. El viaje se acababa y nosotros queríamos parar el tiempo…

Al día siguiente nos esperaba un pequeño pero hermoso lugar… El Lago Manyara.

Lago Manyara

La mayor parte de la superficie de este pequeño pero hermoso parque, es una estrecha franja que corre entre la escarpadura del Valle del Rift en el oeste y el Lago Manyara del que recoge el nombre.

Tal como llegamos a este pequeño parque fuimos recibidos por una inmensa familia de simpáticos (a veces no tanto) babuinos.

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Pasamos una única mañana visitándolo ya que tampoco tiene para mucho más… Nos bajamos en los miradores, en los que pudimos observar de cerca cientos y cientos de pelícanos que convivían en el lago junto con algunos hipopótamos.

Pudimos ver más cebras, grandes familias de babuinos, gacelas o el elefante con la trompa más grande vista hasta la fecha!!

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Un pequeño parque pero que nos dejó fantásticas imágenes de su naturaleza y un auténtico paraíso para los amantes de las aves.

Ese mismo día llegaríamos a Arusha para dormir en un pequeño hotelito y salir al día siguiente hacia Zanzibar… nos hubiéramos quedado tanto tiempo en África

 

6 comentarios

  1. ¡Qué pasada! Super chulas las fotos!!! Me encantaría hacer algo así 🙂 Además tengo una amigo que es un enamorado de Tanzania y procura escaparse todos los meses -suele llevar a grupos allí- Saludos

  2. Totalmente enganchada a tu relato!!! Que pedazo experiencia!!! Tenemos muchísimas ganas de hacer un viaje así pero para este año tampoco va a poder ser 🙁 seguiré atenta a las publicaciones sobre vuestra aventura!

    • Hola Arian! Pues a ver si más pronto que tarde puedes ir porque África bien lo merece, no hay palabras ni adjetivos para definirla. Nos alegra que te hayan gustado estos relatos, ya sólo queda Zanzíbar!
      Un saludo!

      Robert y Ely

  3. Que fotos más bonitas, que experiencia más alucinante, los animales en sus entornos naturales son magníficos y me alegra mucho que la experiencia en el poblado haya sido tan natural, he leído que algunos se han vuelto muy rudos por la visita constante de turistas y eso me pone un poco triste. Excelente post 🙂

    • Hola Oriana! Gracias por tu comentario. Efectivamente no hay nada mejor que ver la naturaleza en estado puro y en eso África se lleva la palma prácticamente. En cuanto a las tribus los masais sí que están muy resabiados, pero sobretodo como dices los que están en poblados por donde pasan turistas. Existen otros poblados masai ajenos a todos esto aunque quizás su estilo de vida haya «evolucionado».
      Un saludo!

      Robert y Ely

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