ÁfricaBotswanaCon arena en la mochilaSur de ÁfricaMoremi Botswana

Maldito Savuti! En busca del paraíso perdido

Aquella noche pasada por agua fue la única del viaje en la que tronó y llovió sin parar. Era tal el cansancio que teníamos que dormimos como un tronco y poco nos importó el vendaval que hubo. El fin de la época seca se acercaba y pronto vendrían más tormentas como esta. A pesar de todo ello amaneció un buen día y nosotros teníamos un gran dilema encima. Habíamos dormido una noche más en Kasane y habíamos perdido la reserva en el camping de Savuti. Qué debíamos hacer?

No nos quedaban más que dos opciones: seguir directamente hasta Moremi y dormir en el sitio que nos correspondía para esa noche (lo cual como luego comprobamos era una locura total), o probar de buscar sitio en Savuti. Contactamos con Sunrise tours que nos había gestionado las reservas y nos comentó que con suerte y buenas palabras nos dejarían estar esa noche en Savuti y ya remontaríamos camino al día siguiente.

Esta última idea nos gustó mucho más, a parte de que teníamos buenas sensaciones con Savuti y pensábamos que nos podía ofrecer mucho. No queríamos irnos sin ver esa parte del Chobe. Con el ánimo reestablecido tras el día anterior y las ideas claras reemprendíamos el camino. Allá vamos Savuti! (Por segunda vez…)

Dada la mala experiencia del día anterior, miramos bien los mapas y siguiendo las indicaciones de algunos guías que había por el hotel, nos dirigiríamos a Savuti bordeando el Chobe para entrar por Ghoha gate. Vamos, lo que hace la gente normal. Nos dirigimos por última vez por la carretera asfaltada de Kasane a Ngoma bridge para acortar lo máximo y ganar tiempo. Ya habíamos visto bastante el Chobe riverfront, queríamos llegar a Savuti de día y que nos diese tiempo a ver algo. La verdad es que no sé si todos los animales de por allí se querían despedir de nosotros o simplemente, querían conseguir que no llegásemos, pero se nos cruzaron varias manadas de animales: asustadizos, búfalos

Carretera Chobe

Al llegar casi a Ngoma bridge, hay un desvío a la izquierda donde parte una carretera que en vez de seguir a Ngoma y irse hacia Namibia, tira hacia abajo bordeando el Parque Nacional y discurre en su mayor parte cerca de la orilla del río Chobe. Esta carretera estaba en obras cuando fuimos aunque suponemos que a día de hoy estará acabada y asfaltada totalmente.

Debido a estas obras iba habiendo muchísimos desvíos por todos los pueblecitos que pasábamos y el trayecto se hacía muy largo. Una vez llegamos hasta un pueblo llamado Kachikau, se acabó lo que se daba y las obras de lo que en el futuro sería una carretera asfaltada desaparecieron. A partir de aquí seguía una larga pista arenosa que nos adentraba otra vez en Parque Nacional.

El paisaje se tornó nuevamente familiar, parecido a los alrededores del Chobe Riverfront y la pista que tomamos seguía una interminable línea recta con algún desvío que podía despistar. Desde Kachikau a Ghoha había unos 40 km de “parque” que como tal no está protegido, pero contiene la misma fauna y paisaje que el resto del Chobe. Es increíble la cantidad de zonas que estos países tienen sin proteger por falta de dinero y que sin embargo, ofrecen lo mismo que las zonas que sí tienen esta protección.

Desde el día anterior había rebautizado a Ely como “La camionera de Kasane” y con ella íbamos a un buen ritmo botando dentro del coche y derrapando por la arena que daba gusto. En una de esas malditas pequeñas señales que muchas veces no se veían, vimos una flecha que indicaba Linyanti y Ghoha para la derecha. Ghoha concretamente señalaba 7 km. Bien! Nos quedaba poco para la entrada. Cuando llevábamos unos 15 km calculados supimos que algo no iba bien.

Media vuelta, seguro que era para la izquierda en ese desvío. Entre las prisas y la confianza de volver por un sitio donde ya habías pasado, nos hizo cometer un error y encallar el coche como el día anterior. Mierda!! Otra vez no!! Pensábamos que saldríamos rápido con la reductora pero que va… se había clavado de lo lindo y la barriga del coche tocaba arena. Nuevamente debíamos bajar del coche y sacar palas de arena.

Camino Savuti

La verdad es que no sabíamos que esa zona era tan, tan, tan arenosa y no habíamos bajado la presión de las ruedas ese día, cosa importantísima que sí habíamos hecho en otros sitios de arena días anteriores. Cuando más o menos tuvimos las cuatro ruedas despejadas probamos de ir saliendo poco a poco pero el coche se hundía en un momento. Decidimos poner la madera que traía el coche en la rueda más hundida y acelerar pero tras varios intentos acabó partiéndose. Fueron muchísimos los intentos en los que durante 20 minutos nos dedicábamos a despejar las cuatro ruedas y toda la barriga del coche que era lo que costaba más.

Con un calor asfixiante había que tumbarse y en una posición incomodísima, intentar despejar los ejes de las ruedas que no podían girar al estar cubiertos de arena. De la arena salían unas arañas extrañísimas por todos lados y había como alguna especie de alquitrán que te impregnaba todo el cuerpo y te hacia sudar de color negro, asqueroso. Si tardábamos esos 20 minutos en despejar la arena, en tan sólo un acelerón de 2 segundos el coche se hundía nuevamente. La impotencia era máxima ya que físicamente costaba mucho hacer todo eso y no servía para nada. Además sabiendo que no deberíamos estar en ese camino y que ya habíamos pasado por él!! Tampoco era el camino más chungo por donde habíamos pasado!!

Camino Savuti

Había que estar alerta puesto que era zona de animales, de hecho un grupo de elefantes pasó por al lado mirando que hacíamos. Decidimos ir a buscar troncos gordos con el riesgo que ello conllevaba, ya que había que meterse en el bosque para encontrarlos. Cualquier ruidito te hacía estar alerta y mientras que uno trabajaba sacando arena, el otro vigilaba la zona y buscaba maderas. Cundía el desánimo y no veíamos forma de salir de allí. Perderíamos otra vez Savuti y posiblemente nos tocase dormir en el coche allí en medio.

La misma situación, o quizás peor, en dos días seguidos. Eso se traducía en gritos e insultos al aire, en preguntarnos porque demonios no salía el coche de una vez y en porque cuando más lo necesitas no pasaba nadie por allí. Linyanti no es que sea la zona a donde se dirige más la gente, así que el camino estaba desierto completamente. Habían pasado 2 horas 30 minutos…nos quedábamos seguro.

Por suerte, siempre queda la esperanza y tras darlo todo por perdido vimos aparecer a lo lejos dos todoterrenos. Toma!! Estamos salvados!! Cuando el primero de ellos pasó por al lado, el conductor miró con una sonrisa maquiavélica y diciendo adiós con la mano siguió conduciendo y detrás le siguió el otro coche. No podía ser, nos iban a dejar tirados??!! Nuestras caras transmitían ira y odio. Ayuda joder!! Como a unos 100 metros de nosotros se pararon los dos coches y bajaron. Uff menos mal!!

Eran dos familias suizas y el conductor de la sonrisa maquiavélica nos dijo que había querido hacernos una broma para hacernos pensar que se iban sin ayudarnos. Hicimos cara de pocos amigos y por dentro pensábamos: A la mierda el humor suizo!! Cuando nos preguntaron que cuanto tiempo llevábamos tirados alucinaron y enseguida los dos conductores nos ayudaron para buscar más madera y ponerlas bajo las cuatro ruedas. Por suerte llevaban un medidor de presión y conseguimos quitar aire a las ruedas ya que con un palito nos resultaba imposible. Después de empujar y tener la fuerza disponible de varias personas, el coche finalmente salió. Viva Suiza!!!

Nos despedimos dándoles las gracias por todo. En la Skeleton Coast, varios días antes, fuimos nosotros quien ayudamos a unos suizos y ahora otros suizos no sacaban del apuro a nosotros. Parecía que el destino todo lo unía. Estábamos exhaustos, llenos de polvo y con un hollín de color negro que nos cubría todo el cuerpo pero nada nos pararía.

Cual fue nuestra sorpresa cuando al volver de nuevo al desvío anterior, vimos efectivamente, que en la señal ponía Ghoha a la izquierda pero la flecha indicativa también estaba enterrada con arena y no se veía. Ahí estuvo el fallo, cuando interpretamos que tanto Ghoha como Linyanti estaban a la derecha nos hizo ir por otro camino donde nos quedaríamos tirados y perderíamos un tiempo esencial por una tontería.

Camino Savuti

Tras tantos problemas surgidos, los últimos 30 kilómetros de Ghoha hasta Savuti ya no podrían ser un impedimento y para el mediodía llegamos al complejo de campings de Savuti. Llenos de mugre, sudor, cansancio y de todo pero llegamos a Savuti!! Justo antes de la entrada hay un río que rodea toda la zona y debe cruzarse pero eso ya nos daba igual. Incluso resultó divertido. Al llegar todavía nos quedaba renegociar con la organización si nos podrían ubicar, ya que habíamos perdido la reserva el día anterior y para esa noche no teníamos permiso. Supongo que le dimos pena y amablemente accedió a colocarnos. A parte, como vimos a medida que iba avanzando el día, hubiera sido imposible llegar a North Gate en Moremi donde sí teníamos reserva para esa noche.

Entrada Savuti

Tras ver rápidamente nuestra ubicación para esa noche nos fuimos pitando para aprovechar las horas de luz que quedaban. Con los problemas surgidos los últimos dos días había que recuperar el tiempo y encontrar algo de provecho. Salimos con el coche dispuestos a explorar los alrededores de la zona de acampada. Tantas penurias pasadas en las últimas horas dieron su fruto cuando nada más salir del camping, vimos una silueta en frente nuestro muy familiar. Entre la maleza se movía algo con manchas y cuando descubrió la punta blanca de su cola, vimos por fin que se trataba de un precioso leopardo. En ese momento nos preguntamos: Si no nos hubiera pasado nada ni el día anterior ni ese mismo día, no hubiéramos estado en ese preciso instante delante de este animal tan escurridizo y quien sabe si lo hubiéramos podido ver en otra ocasión… El destino es caprichoso.

Leopardo Savuti

Para sorpresa nuestra, no era un leopardo precisamente tímido y se estuvo un rato sentado para luego empezar a caminar sin rumbo aparente, iba como paseando. Decidimos seguirlo poco a poco a ver que hacía pero después de un rato se metió en la espesura y no lo volvimos a ver. Con lo difícil que es de localizar, no esperábamos ver a un leopardo tan cerca pero suponemos que gracias a que Savuti se encuentra mucho más aislado que otros lugares con fauna, los animales se sienten también más a sus anchas.

Leopardo Savuti

Leopardo Savuti

A diferencia del Chobe riverfront o Etosha en Savuti no hay zonas tan boscosas y según donde, hay planicies o claros de bastante extensión. El paisaje cambia y recuerda en ocasiones a la sabana de Kenia y Tanzania con el pasto bajo y amarillo. Pasamos el rato viendo algunos animales y regocijándonos de estar de nuevo tranquilos y disfrutando de hacer safari. Apuramos al máximo para volver siguiendo el río hasta el camping, e instalarnos para un merecido descanso y una cena relajada.

Jirafa Savuti

En cuanto al camping de aquella noche, decir que junto con el de Third Bridge en Moremi fue el más salvaje de todo el viaje. Estaba situado en medio de todo el campo sin nada en kilómetros a la redonda y nada de vallas o algo por el estilo. La zona de sanitarios y duchas era lo único que estaba protegido con muros y una puerta reforzada. La gente acampaba donde le indicaban y lo único que tenías era un barril partido por la mitad que hacía a su vez de barbacoa. La distancia entre unas personas y otras era la suficiente como para que cuando cayó la oscuridad, la sensación de estar sólo fuese insuperable.

Camping Savuti

Tras ducharnos y frotar de lo lindo para quitar el hollín negro que teníamos impregnado, disfrutamos de la cena a oscuras. Los animales nocturnos hicieron acto de presencia y con la linterna pillamos infraganti a algún que otro felino de pequeño tamaño y con grandes orejas, de cuyo nombre no me acuerdo. Aquella noche los rugidos de los leones volvieron a hacer acto de presencia sin parar, pero el hecho de “parecer estar solos” nos hizo darnos prisa en recoger la mesa y no estar por allí mucho rato de parloteo. Aquello era auténticamente y más que nunca territorio comanche y no convenía arriesgarse. Al día siguiente, debíamos llegar a Moremi y convenía recuperar fuerzas perdidas.

Moremi, vida y muerte en el Delta del Okavango

Había llegado la hora de recuperar el tiempo perdido. Contando que llevábamos de retraso una noche, ese día debíamos llegar directamente al Third Bridge de Moremi para llevar de nuevo bien la ruta preestablecida. Nos pusimos manos a la obra despidiéndonos de las llanuras amarillas de Savuti y con la idea de volver algún día a un lugar tan enigmático y alejado de todo.

Nada más salir del camping y con la ayuda de nuestro super mapa seguimos hacia el sur bordeando los caminos arenosos de la zona y que más o menos están indicados. Cuando llevábamos un rato conduciendo y ya alejados como siempre empezaban a aparecer los caminitos y sendas de desvío que no aparecían  ni de coña en los mapas. Llevábamos ya un tiempo prudencial para haber encontrado la salida del parque, pero esta no aparecía por ningún lado. Por un momento la desesperación volvía a hacer acto de presencia, ya que si nos habíamos desviado no habíamos podido hacer otra cosa que haber girado hacia el interior del Chobe. Otra vez no!!

Ave Savuti

Allí en medio de la nada nos encontramos con un águila que se plantó justo delante del coche sin miedo alguno a caminar por la pista. Parecía como si nos estuviese haciendo señales… Al cabo de unos minutos levantó el vuelo y se marchó y parecía que nos indicase el camino correcto. Con la ayuda de la brújula y la intuición finalmente apareció la caseta de salida, no sin asustarnos por última vez y habiendo recorrido un camino que lo creímos más corto de lo que pensábamos.

Águila Savuti Botswana

Äguila Savuti

Aquí pudimos comprobar que las distancias son larguísimas una vez más y al llegar a Mababe Gate y salir por fin del Chobe, nos dimos cuenta que aún quedaban otros 45 km de transición para la entrada a Moremi. Había alguna que otra aldea que cruzamos y tras varios días sin ver nativos de allí, se hacía raro y extraño.

Niños Moremi

En esta zona intermedia pudimos ver que una vez más, el paisaje se tornaba más húmedo y el agua en forma de zonas inundadas estaba presente por todas partes. Nos estábamos acercando al Delta del Okavango. Cuando por fin llegamos al río Kwai debíamos cruzarlo para llegar a la North Gate situada justo después. Finalmente llegamos a la entrada donde ya se indican los campings de Xakanaxa y Third Bridge.

La entrada a Moremi hace ver al viajero que no tiene nada que ver con el resto de lugares de fauna. El agua rebosa por todas partes y hace que el paisaje goce de una densa vegetación y zonas inundadas. Se trata de un paisaje muy característico y bastante abrupto.

Tras efectuar los trámites nos dieron la bienvenida varios impalas y algunos babuinos justo al lado del camping de Northe Gate. Aquí era donde teníamos que haber dormido esa noche última pero con el retraso, teníamos que proseguir rápidamente en dirección a Third Bridge. Nos quedaban casi 60 km.

Impalas Moremi

Los caminitos secundarios de Moremi parece que se borran con las inundaciones y las ruedas de los todo terrenos van haciendo otros nuevos según por donde se puede o no pasar. Esto hace que si te sales de lo más trillado te encuentres con algún camino que acaba de repente en un lago inmenso o que la débil marca de las ruedas precedentes te haga confundir y cojas otro sendero. En resumen, fue el sitio donde el mapa nos sirvió de menos. Hay que dejarse llevar por la improvisación y explorar los rincones más recónditos. Lo bueno de esto es que muchos de los lugares son más o menos como un fuera pista y se hace muy, muy auténtico.

De camino, en una de las zonas inundadas vimos una nueva especie de antilope, el Puku. Parecen como unos impalas pero muy bonitos y estilizados. De camino, había abundante fauna alrededor del líquido elemento. Todo rebosaba un verdor exuberante.

Puku Moremi

Las zonas inundadas y los caminos sin salida se multiplicaban y tras ver varios animales decidimos coger la pista principal para llegar antes en vez de ir metiéndonos por recovecos. El punto álgido vino cuando ya bastante cansados de dar media vuelta ante una gran charca, pasamos una de estas metiendo el morro del coche hasta lo más profundo. El agua llegó hasta el capó y yo no sé como no nos cargamos el coche, quizás de milagro.

Al llegar a la zona cercana al Thrid Bridge todavía quedaba un pequeño esfuerzo para como siempre, adivinar el caminito correcto para llegar al puente que da acceso al camping. El puente son cuatro troncos que cuando pasa el coche por encima se mueve más que la hostia, pero está chulo que sea así sin maltratar mucho el medio. Las indicaciones son claras: No bañarse!!

Third Bridge Moremi

A la llegada al camping vimos indicaciones para seguir hasta Mboma Island donde teníamos pensado hacer el paseo en Mokoro. La recepcionista que nos atendió nos comentó la posibilidad de realizar esto con el camping pero el precio era muchísimo más caro y continuamos con la idea de hacerlo en Mboma.

Nos dio una serie de indicaciones de seguridad. Durante el día, atención con los babuinos por el robo de comida y objetos y durante la noche, hoguera encendida para ahuyentar a las hienas. Como más tarde comprobamos, nada de eso serviría y pudimos tener nuestros más y nuestros menos con este tipo de compañía. El camping consistía en cinco o seis parcelas como mucho en plena naturaleza, en medio de todo el meollo y alejadas la una de la otra. Ni vallas ni nada, un super árbol y una piedra para hacer la barbacoa eran nuestro único acompañamiento. El sitio es muy bonito, es aventura en estado puro.

Camping Third Bridge Moremi

Tras formalizar la reserva para las próximas dos noches, nos decidimos a explorar la zona cercana a Third Bridge, conocida por el alto número de felinos avistados. Nada más salir tuvimos que volver a pasar por el puente, operación que realizábamos cada vez que salíamos o entrábamos al camping. Cerca de allí, nos quedamos varados rápidamente puesto que nos encontramos con la mayor manada de búfalos que vimos en todo el viaje. Fueron apareciendo poco a poco alrededor de una pista que seguíamos y cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos rodeados!! Como en Chobe, conduciendo despacito y con poco ruido conseguimos ir abriéndonos paso para seguir el camino ante la mirada atenta de esas moles. Podría haber más de 120 búfalos perfectamente.

Búfalos Moremi

A continuación, pudimos comprobar porque venían en tromba tal cantidad de estos animales a la vez que vimos otra imagen más de las que harán que no olvidemos este viaje nunca. El caminito que seguíamos llegaba a una planicie verde camuflada entre el bosque a no más de diez minutos del camping. Allí, sobresaliendo un poco por encima de la hierba estaba él, exhausto, derrotado, asfixiado y muerto… de cansancio.

Cerraba los ojos y le entraba sueño, jadeaba sin parar y parecía que le faltaba la respiración. No era para menos teniendo en cuenta que el Príncipe, como lo bautizamos, acababa de cazar a un búfalo hacía nada. Se trataba de un león jovencito con una melena incipiente y a su lado, la presa, un pobre búfalo de los tantos que habían pasado por allí y que había corrido la peor suerte.

León joven Moremi

León cazando Moremi

Estaba decidido, de allí no nos movíamos hasta que hiciese algo más. Tardó sus diez minutos en recuperarse más el tiempo que llevaría esperando para levantarse y empezar a olisquear y chupar la herida abierta que tenía su presa en el vientre. Sin molestarle mucho, fuimos rodeando la escena y vimos que al búfalo le faltaba un buen trozo de piel en la barriga, estaba recién muerto.

El león se entretuvo un buen rato en mordisquear la herida y en el silencio de la tarde, el ruido que hacia al morder se escuchaba como un fuerte crujido. La piel del búfalo debía estar más dura que una piedra. Finalmente consiguió hacer una obertura para acceder al interior y desgarrar lo que pillaba por delante. Entre las moscas que iban posándose encima del animal muerto, el fuerte hedor y el calor que hacía, la atmosfera se hacía irrespirable pero la imagen nos dejó allí sin palabras. Era increíble, el documental de National Geographic lo ves muy a gusto en tu casa y sin olores, pero allí lo estás viendo en directo y tras haber realizado un esfuerzo bárbaro por encontrar algo así por tus propios medios. Alucinante!

León comiendo Moremi

León comiendo Moremi

Y allí estábamos nosotros dos, el Príncipe, el pobre búfalo y el atardecer que cada vez caía más rápido. Llevaríamos una hora y no nos cansábamos de observar a sabiendas de que era posible que no pudiésemos ver algo parecido más tarde. Al igual que tanto esfuerzo en Chobe mereció la pena por ver al leopardo, en Moremi con tan sólo esto nos conformábamos.

Al estar prohibido conducir de noche, teníamos que ir volviendo al camping muy a nuestro pesar, pero estaba ya asegurado que al día siguiente volveríamos a ese lugar a ver que nos encontraríamos. Nos acostamos con la satisfacción del deber cumplido y como no podía ser de otra forma, empezamos a escuchar nuevamente el rugido del león por todas partes. Vaya peleas que se traen por la noche! No sé si sería indicativo de algo pero parecía una señal de lo que nos depararía el día siguiente, pero eso ya es otra historia.

El Rey y Mokoro por los canales de Mboma Island

Con los primero rayos de Sol empezamos a escuchar unos ruiditos de algún ave impertinente que por allí se encontraba. No tardamos en comprobar que se trataba de una banda de una especie de perdices que pululaba por allí a ver que encontraba. No eran más pesadas porque no querían, nos tenían rodeado el coche!

Ese día teníamos previsto el paseo en Mokoro por los alrededores de Mboma Island que se encuentra cerca al camping de Third Bridge y ofrecía unos precios bastante mejores que en el resto de sitios. Antes del paseo el objetivo era claro y conciso: era temprano, el Mokoro iba a estar allí todo el día pero los leones podrían haberse ido. Había que volver al lugar del día anterior y ver que había pasado ya. Sin más, desayunamos corriendo y nos dirigimos al alba hacia la explanada, donde si había suerte, todavía yacería el cuerpo del búfalo como mínimo y algún visitante más.

Pasamos unos cuantos apuros para volver al mismo sitio, ya que el trayecto entre la pista principal y el desvío al puente no es ningún camino de rosas. Finalmente conseguimos llegar al mismo lugar exacto y nos encontramos con un panorama un tanto distinto. Lo primero que buscábamos era ver si el búfalo todavía se encontraba allí o había sido “escondido” por las hienas.

Efectivamente, el cadáver tenía un aspecto diferente y estaba en otra posición, pero allí se encontraba. Le faltaban las dos patas traseras y estaba vaciado, literalmente sin entrañas. Se notaba que no eran pocos los que se habían alimentado durante esa noche. Cual fue nuestra sorpresa cuando justo al lado se levantó la cabeza de una leona que no habíamos visto con una panza inmensa y que nos hizo pensar que hambre no había pasado.

Es increíble como con un poco de hierba alta se puede camuflar un felino a pesar de estar tan cerca. Allí estaba vigilante de su presa y descansando pero no veíamos ni rastro del león joven que habíamos visto el día anterior. De repente a no más de 30 metros y en medio de un caminito de tierra vemos descansando al Rey, un macho alfa precioso que no duda en cortarnos el paso del coche. El pobre parecía cansado y no hacía el mínimo ápice por levantarse. Únicamente se tumbaba de un lado y de otro. Del jovencito del día anterior ni rastro pero suponíamos que estos dos de hoy serían familia y que no andaría muy lejos de allí.

León macho Moremi

Tras estar un rato contemplando la escena, sorprendentemente cuando ya no lo esperábamos, el Rey se levantó para posar delante de nuestro objetivo, iba de guaperas. Ni corto ni perezoso se acercó al coche hasta el punto que al estar con la ventana abierta, nos entró un poco el canguelo. Como siempre, si no se molesta al animal no tiene que pasar nada pero cuando admiras la belleza del caminar de este a menos de dos metros de tu cara impresiona y mucho. Para ya dejarnos patidifusos, no tuvo ningún inconveniente en coger y restregar su lomo por el morro del coche ya que al parecer, le picaba la espalda. Qué majo!

León macho Moremi

Dejamos la escena para seguir explorando esta fabulosa reserva. No llevábamos ni un día entero y ya nos dábamos por satisfechos. Nada más salir al camino principal nos cruzamos con un coche con guía que nos hacía señas para parar. Abro un inciso.

Tras este viaje y otro que tuvimos la suerte de hacer por Kenia y Tanzania, cabe decir que los guías no son muy dados a ayudar al viajero independiente. En Moremi concretamente y a diferencia de los otros parques, no había prácticamente nadie que fuese por su cuenta. Casi todo eran gente mayor o familias que iban con guía y coche de lodge. Con toda la popularidad que tiene este lugar nos sorprendió no ver a casi nadie que estuviese por allí conduciendo por él mismo.

Como es sabido, muchas veces los guías no siempre tienen el mérito de avistar un animal, sino que se comunican mediante el walkie y gestos que se realizan al cruzarse indicando con los dedos de las manos, que animal o qué han visto. Por supuesto, esta información pasan de dársela a un guiri con coche, “ya se apañará” pensarán. Es su negocio y es normal que no compartan, pero la siguiente anécdota tuya/mía me resultó curiosa.

Cuando paramos a ver que quería el guía, nos preguntó que le habían informado que por allí había varios leones alrededor de un búfalo muerto y no encontraba donde. Ah qué listo… quería ver nuestro descubrimiento del día anterior. Amablemente le indicamos por donde debía ir y a cambio para nuestra sorpresa, nos ofreció información privilegiada. Comentó que de camino a Xakanaxa en la misma pista había otros siete leones allí tumbados. Estábamos de suerte y Moremi parecía ser el paraíso de Simba y sus colegas. Compartir es compartir y no hace daño a nadie y con esto se demuestra que ayudándose los unos a los otros se consiguen muchas cosas fácilmente.

Nos dirigimos hacia los camping de alrededor de Xakanaxa para ver si atisbábamos algo. Lo primero que vimos por allí fueron unos cuernos ensangrentados de impala arrancados de cuajo pero ni rastro de leones, aunque podían estar cerca. Buscando y buscando los encontramos finalmente en un pequeño bosque rodeado de caminos embarrados. Eran una manada de siete compuesta de hembras y machos muy jóvenes.

A pesar de que llevábamos prisa por el viaje en Mokoro aprovechamos para disfrutar de su presencia un rato. Había valido la pena recorrer el trecho de Third bridge hasta allí. Por un momento cuando quisimos arrancar, vimos que con tanto barro el coche patinaba. No podíamos tener más mala suerte y tras varias intentonas el coche salió airoso. Ya sólo nos faltaba quedarnos tirados al lado de esos siete! Había que volver hasta Mboma Island.

León Moremi Botswana

Leona Moremi

Nos dimos cuenta de que no íbamos tan mal de tiempo y fuimos a hacer una última ojeada al lugar del búfalo yacente. Para nuestra sorpresa, había vuelto nuestro amigo del día anterior! Allí estaba con la hembra que habíamos visto antes, que vete tú a saber si sería su madre. Junto a ella descansaban en la sombra vigilando su manjar a escasa distancia. El macho grande ya no estaba por allí, pero de camino, pudimos despedirnos de nuestro león preferido del viaje.

León joven Moremi

León joven Moremi

El camino a Mboma Island se tornó de un verde intenso y se notaba la cercanía, más aún si cabe al agua del delta. El embarcadero de esta isla está dejado de la mano de Dios y no es de extrañar que nada más llegar no hubiera nadie, sólo dos de los “mokoreros”. Acordamos un precio para dos horas que creíamos más que suficientes y sin perder más tiempo, uno de ellos nos acompañó para acomodarnos en la barcaza.

Tras mucho mirar el tema de dónde hacer el Mokoro vimos que a diferencia de Maun, el recorrido por los alrededores de Mboma se hacía en pleno parque de Moremi alejado de grandes urbes y en plena soledad. Además era mucho más barato que lo que te ofrecían en el mismo camping del Third bridge a pesar de estar más alejado de todo. Aquí como ya en la mayoría de sitios los Mokoros eran de fibra de vidrio para no tener que talar árboles.

Mokoro Delta Okavango

Para empezar, recorrimos unos canales muy pequeños donde la vegetación rodeaba casi al completo la barca. El hombre nos comentaba que a veces los elefantes podían cruzar por delante de ti. La sensación era como estar por debajo del suelo ya que las plantas sobrepasaban con creces la altura de nuestras cabezas. El silencio y la paz eran abrumadores.

El conductor tenía una vista de halcón y entre aquel silencio, de repente señalaba hacia una planta determinada para indicarnos algún hallazgo. Yo llegué a tener más de una rana o araña a dos palmos de la vista y no verla. A parte de este tipo de animalillos te iba enseñando plantas, vías de paso de los animales más grandes, etc… Ranas concretamente se escuchaban por todos lados y las había de todos los colores, eso sí, enanísimas.

Rana Delta Okavango

Hubo un punto determinado donde los canales pequeños se abrían en una extensión de agua más grande, donde el suelo del fondo ya no se veía pero seguías surcando entre agua y vegetación. El acojonamiento por encontrarnos con hipopótamos aquí llegaba a su punto álgido. Los majetes se escuchaban pero no se veían, su rebufo es inconfundible. No hay que olvidarse de que es el animal que más personas mata al año en África.

Araña Delta Okavango

En este tramo sí que vimos una cosa que nos sorprendió. El conductor nos indicó una ramita de una solitaria planta en medio del agua. En ella reposaba una extensa tela de araña con un arañón de tamaño considerable. Yo me preguntaba como había llegado hasta allí…pues con ustedes la araña que come peces!! Va en serio no es broma, podía nadar y todo.

Araña Delta Okavango

Al final del recorrido, justo antes de dar la vuelta y volver por donde habíamos venido nos encontramos de frente con un grupo de cinco o seis hipopótamos. Fue muy bonito verlos en la distancia en el mismo medio que tú, dentro del agua, sin barreras de por medio. Lo que no me gustó tanto fue lo siguiente. El conductor empezó a dar chasquidos en el agua con el palo que llevan como remo. Decía que era para avisarles de que estábamos ahí sin miedo. Yo no sé, pero con eso a mi parecer se pusieron más nerviosos y empezaron a rebufar de mala manera. Media vuelta y a casita jeje. Si hay un animal del cual no fiarse en África es el queridísimo hippo.

De vuelta hubo una anécdota que nos resultó curiosa y graciosa a la vez. Una vez volvíamos por el canal pequeñito de vuelta, el conductor decidió pegarse un baño vestido. Hacía un calor impresionante y el amigo iba con manga y pantalón largo, de ahí al agua. Estuvimos tentados de hacerlo pero de repente recordamos el pez tigre que habíamos visto disecado en uno de los campings de la franja de Caprivi y que habita todo el río Okavango. Es como una piraña pero gigante y con dientes afilados de unos cuatro o cinco centímetros. Desistimos la idea.

Volvimos tranquilamente hacia el camping para reposar fuerzas, comer y disfrutar un rato del aire y los pajarillos. Tampoco había tiempo que perder. ¿Quién ha dicho que las vacaciones sean para descansar? El plan para esa tarde era seguir disfrutando del parque, por supuesto y volver a pasar por los lugares de esa misma mañana donde habíamos visto a los leones. Si teníamos la suerte de ver a la manada de siete no tan escondidos entre la maleza, podríamos hacerle mejores fotografías.

Ave Moremi

Pasamos por el búfalo muerto ya que era camino de paso para volver hasta Xakanaxa y como no, seguían los leones merodeando y vigilando su presa. Esta vez y respecto a la mañana, había desaparecido el macho joven y estaban la hembra glotona y el macho de melena. Fue una suerte haber localizado esta escena a tiempo ya que nos aseguramos verles bien de cerca y en varias ocasiones. Tras una breve parada nos dirigimos a Xakanaxa pegando botes y surfeando por la arena que daba gusto.

Esos días en Moremi se aliaron las estrellas para seguir recompensándonos. A no más de treinta metros de la arboleda donde estaban por la mañana, en una pista que se desviaba a la derecha asomó un primer león tan pancho. Poco a poco nos fuimos acercando, salió de la vegetación y se tumbó en el mismo camino. Lo bueno no fue eso, fue que uno a uno detrás de otro fueron cruzando el riachuelo entre la arboleda y ese camino para tumbarse junto a su compañero en la arena caliente por el Sol de todo el día.

León joven Moremi

El motor estaba parado desde hacía rato para que se fuesen acercando por su propio pie y no molestar. Silencio sepulcral excepto el clic de la cámara. Uno pasaba por delante, otro por detrás, para reunirse todos en el mismo sitio. Con la euforia del momento, cuando nos quisimos dar cuenta, la pregunta fue: “Como? Nos han rodeado?” Jeje. La hembra que tenía cara de más mayor se había tumbado justo en frente del capó del coche. Otros dos justo en el paso de rueda delantera al lado del piloto y detrás un gran barrizal por donde ya nos había costado meternos. No queríamos imaginarnos dar marcha atrás. Pues nada, tocaba esperar y disfrutar.

Leones Moremi Botswana

Leones Moremi Botswana

Decidimos cerrar la ventanilla a pesar del calor asfixiante puesto que a pesar que ya los habíamos visto muy cerca, aquí lo estaban más que nunca, justo al lado de la rueda del coche y pasábamos de asustarlos con cualquier movimiento brusco o algo por el estilo. Precisamente, los que más cerca estaban creíamos que eran madre e hijo o pareja porque cuando el joven se acercaba para obtener mimos la hembra la gruñía como diciendo: “¡Déjame estar!”

Pareja leones Moremi

Había un joven con melena incipiente y una crestilla en la cabeza que era precioso, un ejemplar magnífico. Muy parecido al que encontramos con el búfalo el día anterior. Estuvimos mucho rato allí sin hacer nada más, sólo observando y sudando goterones. Lo mejor de todo fue que no había nadie por allí, estábamos solos y suponemos que por eso los animales estaban tranquilos sin mucha gente.

León joven Moremi

Leones Moremi

Leones Moremi

La luz del Sol se iba apagando y no teníamos más remedio que ir volviendo antes de oscurecer. Al estar rodeados tuvimos que salir marcha atrás por el barrizal pero no había más remedio. Nos despedimos de estos siete tan simpáticos y nos dimos por satisfechos con creces. No hace falta decir que el león es mi animal preferido así que disfruté como un enano.

Todavía nos quedaba una última vivencia aquella noche que no se nos olvidará en la vida. Al llegar ya era oscuro y nos dispusimos a preparar la cena, tocaba barbacoa de carne como otras tantas veces pero por lo menos a mi me encanta. Estábamos trasteando en el maletero y sacando los filetes cuando de repente notamos una presencia justo al lado nuestro. Rápidamente linterna apuntando y allí estaba ella, una hiena moteada que como si fuera un perro se encontraba al lado nuestro a no más de metro y medio. La situación nos hizo quedarnos petrificados y esbozar una risita nerviosa pero por dentro no dábamos crédito, ni la habíamos oído venir en la lúgubre oscuridad.

Tras quedarse unos segundos mirándonos frente a frente prosiguió su camino con parsimonia. Decidimos darnos prisa y avivar el fuego cuando al otro lado de nuestra parcela vimos pasar a otra hiena a paso ligero. Esa noche estaban por la labor de darnos un pequeño susto pero finalmente cenamos al lado del fuego como de costumbre comentando la jugada y alucinando con todo aquello que estábamos viviendo. Naturaleza en estado puro. En Moremi el intruso eres tú.

El Delta del Okavango a vista de pájaro

Nos perjuramos que algún día volveríamos a Moremi, pero nuestra estancia allí había llegado a su fin y debíamos continuar hacía Maun. Esos días nos habían ofrecido todo lo que hubiéramos podido desear y más. Nada más desayunar me dispuse a fregar los platos en un grifo que había en frente del coche. No había ningún animal por allí cerca, así que pensé que por un segundo no pasaría nada y dejé el maletero abierto para poder ir guardando las cosas más fácilmente.

Cual fue la sorpresa cuando al darme por mirar, ya había un grupo de babuinos y uno de ellos metido dentro y sacando las bolsas de basura. Corriendo nos dispusimos a espantarlos pero el infractor ya había cogido su recompensa en forma de pan y se fue a disfrutarlo por allí cerca. No habían aparecido en los dos días anteriores y justo en una imprudencia nuestra aprovecharon la oportunidad. Conseguimos cerrar el coche, pero ellos siguieron subiéndose y intentando abrir ventanas y puertas. La verdad es que son un cachondeo.

Babuinos Third Bridge Camping

Babuinos Moremi Botswana

Babuino Moremi Botswana

Como no, debíamos pasar por última vez por el lugar del búfalo muerto para ver que se cocía. Efectivamente, la familia de leones seguí por allí y no tenía pinta de que se quisiesen mover mucho ya que tenían comida para estarse por allí un tiempo. Descansaban justo al lado de una charca para beber de esta sin el más mínimo esfuerzo, que a esas horas de la mañana el Sol todavía estaba despuntando.

León macho Moremi

León macho Moremi

León joven bebiendo Moremi

Recorrimos durante la mañana el trayecto hasta Maun para llegar, dar una vuelta, hacer algunas compras y comer algo. La ciudad no tiene mucho, pero desde el aeropuerto teníamos ya apalabrado el vuelo por el Delta del Okavango con Moremi Air. La pequeña avioneta que nos transportaría la ocuparíamos únicamente nosotros dos y el piloto, que amablemente se nos presentó a pie de pista.

Avioneta Maun

Antes de despegar, nos enseñó en un mapa el recorrido a seguir. Partiendo desde Maun haríamos un recorrido en elipse volviendo otra vez al mismo aeropuerto y pasando por la lengua de agua más cercana a Moremi desde donde se podrían ver muchos más animales. El piloto nos preguntó que era lo que más nos gustaba ver, que paisajes, que animales y en todo momento intentó al máximo que sacases partido a la cámara de fotos.

La avioneta la verdad se movía bastante y daba muchos vaivenes, no creo que le hiciese mucha gracia a alguien aprensivo a las alturas. Al principio, antes de llegar a Moremi volaba a más altura y se podía apreciar la inmensidad del paisaje. Verdes de todas las tonalidades se presentan según la cantidad de agua por la que es rodeada la vegetación y la tranquilidad viendo un lugar natural tan grande es la tónica durante todo el trayecto. Conforme van apareciendo animales cuan más cerca uno se aproxima a la reserva, el piloto baja un poquito para poder apreciar mejor a las manadas.

Elefantes Delta Okavango

Delta Okavango

Los grupos de elefantes y búfalos son los más numerosos y se pueden ver tanto en el agua como en los pastos. Jirafas y otros herbívoros también pasean a sus anchas por las llanuras. El tiempo que duró el vuelo no se hizo corto pero tampoco se hizo pesado, da para disfrutar y tomar fotografías tranquilamente.

Delta Okavango

Delta Okavango

Elefantes Delta Okavango

Ya por la tarde nos dirigimos al camping para esa noche a las afueras de Maun, el Crocodile Camp. A pesar de no tener unos alrededores que fuesen tan espectaculares como las reservas (ya que estaba al lado de la carretera) tenía buenas instalaciones y pasaba un riachuelo por dentro. Las duchas estaban infestadas de arañas grandes por todos lados pero a esas alturas y con el cansancio que llevábamos ya no eran ninguna preocupación. Al día siguiente iríamos a Ghanzi, nuestra última parada del viaje.

Crocodile Camp Maun

La tribu San de Ghanzi a ritmo de danzas del trance

Pasamos toda la mañana conduciendo otra interminable carretera que une Maun con Windhoek. El final del viaje se acercaba y a mitad de camino entre estas dos ciudades se encontraba Ghanzi, donde en principio nos quedaba por ver lo último de todo el recorrido. A mediodía llegamos al camping donde pasaríamos la noche, Ghanzi Trail Blazers, que era una reproducción de un pequeño poblado San y ofrecía a los turistas la posibilidad de dormir en réplicas de cabañas hechas por los Bushmen. Nosotros para nuestro vehículo teníamos un magnífico descampado de arena donde poder pasar la noche al lado de los lavabos aunque luego lo acabamos prefiriendo…

Mujer Herero

La dueña del camping era de origen San y la verdad es que con sólo verle los rasgos característicos de la cara se notaba, pero iba vestida como cualquier otro occidental. Digamos que estaba hecha a la vida del siglo XXI. Por la tarde íbamos a compartir una caminata por el bosque con una tribu San y ella a su vez nos haría de traductora y guía.

Tribu San Botswana

Cuando el Sol ya iba cayendo, nos dirigimos al campo hasta encontrarnos con algunos de los miembros del poblado y comenzar la caminata. El objetivo que tenían era el de recolectar raíces y plantas que luego utilizarían para un sinfín de cosas. Lo primero que nos llamó la atención fueron los característicos rasgos que tienen de prominentes pómulos y ojos muy rasgados. El idioma con el que se comunican también es digno de oír y es sin duda la lengua más rara que habíamos escuchado nunca. Emiten como una especie de chasquidos con la lengua y la garganta que son imposibles de reproducir, hay que oírlo.

Tribu San Botswana

Hombre San Botswana

Cada uno de ellos iba hablando por turnos, e iban explicando las características y curiosidades de las plantas, semillas y demás que iban encontrando. En concreto había una semilla que la ponían debajo de la lengua y que por efecto de la saliva reventaba de un chasquido provocando un leve dolor. Por supuesto, lo probamos aunque no entendimos muy bien la gracia que tenía, pero a ellos les encantaba. Nos resultó curioso saber también que no les gusta el apelativo Bushmen (hombre de los bosques) y que prefieren denominarse San a secas.

Mujer San Botswana

Nos explicaron la forma de cómo conseguir agua en un paisaje tan seco como las planicies de Ghanzi que están lindando con el desierto del Kalahari. Descubrieron una plantita minúscula que tiene una raíz en forma de bulbo enorme. A su vez, machacan esta raíz hasta formar una pasta y la estrujan a modo de esponja para beber el agua o asearse. Nosotros lo intentamos pero no teníamos tanta maña como ellos. Es increíble la cantidad de usos y soluciones que tienen para la vida diaria y el conocimiento medicinal que tienen de todas y cada una de las plantas de aquella zona.

Tribu San Botswana

Cuando terminaron de hacer toda su recolecta se reunieron en un corro y encendieron una fogata. Nos explicaron que cuando salían por el bosque fumaban como una especie de opio a palo seco para ir entrando en vereda, de cara a lo que nos explicaron que serían los bailes del trance. Ya de noche vendrían todos los habitantes del poblado y nos enseñarían los cánticos y bailes que realizan en su día a día. Por supuesto, la fogata la encendían a la antigua usanza con palitos y plantas secas. Lo que uno de nosotros no sería capaz de hacer, ellos lo conseguían en menos de dos minutos de preparación.

Volvimos al camping para ducharnos y cenar rápidamente ya que cuando oscureciese presenciaríamos los bailes del trance ya mencionados. Nuestra sorpresa en ese momento fue ver la cantidad de escorpiones que habían salido a esa hora. De hecho, vimos entrar y salir alguno de las cabañas donde se alojaban otros viajeros y ahí fue cuando no nos quedamos con las ganas de haber dormido ahí. Allí estaban acostumbrados y no les hacían mucho caso, pero nosotros andábamos ojo avizor puesto que después deberíamos sentarnos en el suelo y suponemos que si te pica uno de esos ya te hace la gracia del viaje.

Escorpión Botswana

Escorpión Botswana

Por la noche hicieron la presentación de sus bailes culturales. En esta ocasión vinieron todos los del poblado y lo que nos vinieron a explicar era que utilizaban estas danzas para lo típico: caza, nacimiento, casamiento, etc… Las mujeres y niñas permanecían sentadas y dando palmas mientras cantaban. A su vez, los hombres eran los que hacían la danza al son de la música describiendo un círculo cuando zapateaban con sus pies en la arena.

Tribu San Botswana

Los cánticos a oídos nuestros eran muy parecidos pero cada uno tenía su significado y motivo. Eran como varias estrofas que se repetían una y otra vez, cada vez más fuerte. Los hombres tenían en las piernas como unas semillas colgantes que cuando chocaban al zapatear sonaban a modo de cascabel. También algunos llevaban una cola de Oryx a modo de plumero que iban moviendo ostensiblemente.

Nos fuimos finalmente a dormir con buen sabor de boca tras haber compartido momentos con personas tan y tan diferentes, pero que al fin y al cabo “conversando” con ellos de la manera que podíamos, uno se da cuenta de que podemos tener muchas cosas en común en muchos temas.

La decepción de la «reserva» Harnas

El viaje se acababa y ya no nos quedaban más cosas que hacer salvo seguir la carretera hasta llegar a Windhoek haciendo la última noche en Kalahari Bush Breaks, situado algunos después de pasar la frontera entre Botswana y Namibia en Buitepos. Esto había sido la idea que llevábamos preconcebida pero volviendo atrás en el tiempo, nosotros decidimos cambiar todo por completo.

Antes del viaje habíamos visto información de una reserva de felinos llamada Harnas situada al norte de Gobabis, población al este de Windhoek casi en la frontera con Botswana. Durante el viaje vimos publicidad de dicha reserva en algunos sitios de Namibia y nos atrajo la curiosidad. Es por esto que el día que estuvimos en Ghanzi decidimos llamar a Harnas y reservar el camping para la última noche, anulando el que teníamos en Kalahari Bush Breaks.

Volvimos a entrar a Namibia durante la mañana y emprendimos el desvío hacia Harnas desde la carretera principal, casi 100 km más hasta llegar por terreno pedregoso. De camino y como anécdota, nos encontramos con un grupo de niños haciendo autostop. El más grande no tendría ni ocho y el más pequeño unos tres años. Era un domingo muy caluroso e iban andando solos por la carretera. Decían que venían del colegio (lo cual extrañaba un domingo) e iban hacia su poblado.

Nos pedían agua y que si podíamos acercarlos. Medio nos entendimos con gestos y algo de inglés que hablaba el más mayor, el cual tenía el brazo sangrando y mal vendado. Era una responsabilidad meterlos en el coche y además casi ni cabían pero al final dijimos, “va pa’dentro!”. Locos de contentos los dejamos a la entrada de su hogar y nos despidieron con una sonrisa de oreja a oreja.

Niños Namibia

La experiencia en Harnas como deja entrever el título fue una completa decepción en el sentido que por muy camuflado que estuviese nosotros lo vimos como un zoo ambulante y un puro negocio. Para empezar el camping, a pesar de que tenía buenas instalaciones era carísimo. Nada más llegar tuvimos una “reunión” con el encargado para ver cuantos tipos de visitas nos podía encasquetar. Por supuesto los animales que veías en una no los podías ver en otra y viceversa.

Cogimos un tour por la tarde y nos quedamos deambulando por allí viendo los babuinos que tenían en un cercado. También cerca a la recepción había una pequeña charca con cocodrilos y al lado otra zanja donde se encontraba un guepardo en las últimas, moribundo total, supuestamente el más mayor de todo el complejo. Por toda la esplanada de las instalaciones también habían un montón de tortugas terrestres sueltas pero todo el resto de animales estaban campo a dentro para asegurarse que no vieses nada, claro está.

Camping Harnas

Cuando llegó la tarde nos vino a buscar el que sería nuestro guía por el recinto y que venía junto con otra pareja de holandeses también. La primera parada fue ir a ver a un grupo de jóvenes voluntarios que pagaban una pasta para hacer una estancia de trabajo allí y que en aquel momento estaban haciendo un partido de fútbol. Nos pasamos un montón de rato a la espera de que nos contasen algo interesante pero no, en cambio mostraban aires de grandeza y superioridad mirando como por encima del hombro por el hecho de estar allí.

Se notaba que provenían de familias de pasta, de las de papá y mamá. Luego nos llevaron a una guardería vacía (ya que era domingo) construida en principio con dinero de la reserva, interés para nosotros cero patatero. Cerca de allí había tras unas verjas una hiena sobrealimentada y que no podía ni respirar del calor que hacía y permanecía tumbada en el suelo sin moverse apenas.

Ya íbamos viendo que aquello tenía mala pinta y que era un timo en toda regla con mayúsculas pero no acabaría aquí. En medio del campo y ya desplazándonos con un todoterreno nos enseñaron lo que era una pequeña capilla construida en honor al fundador que había muerto en un accidente. Esto tampoco es que nos interesase en absoluto y en ningún momento nos lo habían explicado.

La pregunta era: ¿no íbamos a ver animales? Siguiendo el camino llegamos a un recinto lleno de babuinos a los que les daban una especie de pasta de maíz por encima de la verja mientras que el coche seguía en marcha. Cual fue nuestra sorpresa cuando el maldito guía nos abroncó por querer hacer alguna foto. Nos decía que sólo cuando estuviésemos parada y ni tan siquiera lo habíamos hecho. El cabreo iba en aumento…

La última parada era el recinto de los leones donde sí paramos y les echaron unas cuantas piezas por encima de la verja también. La verdad que eran preciosos pero la decepción era tal que ni siquiera lo disfrutamos y menos después de haberlos visto campar como querían en libertad. La verdad nos esperábamos otra cosa. La peor experiencia del viaje, nefasto, ridículo y no recomendable bajo ningún concepto.

Nos volvimos con cara de pocos amigos y maldiciendo todo, con ganas de que llegase el siguiente día y poder volver a casa desde Windhoek para contar todas las maravillas del viaje a nuestras familias.

Vuelta a casa

Saliendo por patas de Harnas ya sólo nos quedaba el último tramo hasta llegar a Windhoek la capital de Namibia y hacer las últimas compras. Contentos por no haber destrozado el coche y salvo el problema de la batería al habernos dado un rendimiento extraordinario, lo devolvimos con pena. Había sido nuestro fiel compañero durante más de veinte días. Nos dirigimos al centro de Windhoek donde hay varias calles con talleres de artesanía con cosas muy chulas para comprar. Ya por la tarde los de la agencia de coches nos acompañaron al aeropuerto para volver a Barcelona vía Johannesburgo y a partir de aquí la aventura se acabó, el viaje ya era historia…

Conclusión

Sea como sea que se haga una ruta por el Sur de África siempre deparará una aventura diferente e increíble. El hecho de ver un mismo sitio pero que puedas encontrarte un paisaje y animales diferentes en distintas ocasiones nos ha hecho pensar que algún día volveremos por estos lares para una nueva experiencia, seguro. Fue todo una superación personal llena de retos y aun con más satisfacciones. Uno de los mejores viajes de nuestra vida sin lugar a dudas el cual desde aquí recomendamos encarecidamente. Una de las experiencias (sino la que más) más aventureras que hayamos vivido y nos gustaría transmitir que de fácil no tiene nada y a nosotros en particular nos dio algún que otro sufrimiento, pero la recompensa final fue impagable.

10 comentarios

  1. Increíble diario! Me ha encantado
    Vamos a hacer algo muy parecido este año y vuestro diario nos esta orientando mucho. Una duda que tengo es cuanto se tarda aprox por la ruta fácil

    • Hola Arantxa! Muchas gracias por tus comentarios y tu visita al blog!

      Nos alegra que te haya servido de algo el diario del Sur de África, un viajazo con todas las de la ley, aventura total. Lo de las distancias es un poco relativo por todas las circunstancias que pueden darse pero para ir sin prisas y bien calcula que una mañana para ir de Kasane a Savuti (como dices por la ruta «fácil») entrando por Ghoha gate al oeste del parque y rodeándolo. De Savuti a Moremi igual porque te irás parando para ver animales etc, también depende de a que camping vayas North gate, South Gate o Third Bridge. En cambio de Moremi a Maun es bastante más «rápido» en algo menos de 3 horas. Date cuenta que las distancias son largas y las carreteras son caminos llenos de baches, agua, pendientes, arena bastante más difícil que Namibia. Parece lógico pero mucho mejor poniendo tiempo de más que de menos, es un viaje con bastantes imprevistos.

      Esperamos haberte ayudado y para cualquier cosa por aquí estamos!
      Un saludo
      Robert y Ely

  2. Vaya aventura con el coche!! ya pensaba que dormíais allí…

    Me está encantando vuestro diario y tengo más ganas aún de hace ese viaje. También he visto que habéis estado en Kenya y Tanzania. Entre Namibia/Botswana y Kenia/Tanzania, qué viaje harías tú como primera incursión a África? Y si no es mucha indiscreción, cuánto os gastasteis vosotros más o menos? Podría hacer alguno de los dos por unos 2000€ 15 días?
    Gracias!!

    • Hola Sonia! Gracias por pasarte por el blog, nos parece genial que con nuestro diario aún te den más ganas de hacer «EL VIAJE», porque esa zona es realmente increíble. Realmente aquel día lo pasamos mal jeje también creíamos que dormiríamos allí pero ahora lo recordamos con cariño.
      Lo que preguntas es la pregunta del millón…Si te refieres a primera incursión en un safari y nos pides que nos mojemos quizás diríamos Kenia/Tanzania. Sabiendo que ningún safari es barato ni aunque vayas por tu cuenta, el este de África es más barato que el sur eso seguro. En cuanto a paisajes el sur es más variado y en fauna también aunque es quizá más fácil de avistar animales en Kenia/Tanzania y en mayor cantidad.
      Además en Botswana desde hace unos 3 o 4 años, justo después de ir nosotros, se han implantado unas tasas brutales. Si antes sólo podían ir con agencia los ricos ahora sólo pueden ir los millonarios. Lo que es seguro es que mucho mejor ir por tu cuenta allí y aun así te dejas dinero, nosotros yendo de camping se nos fueron más de 3000 por barba contando avión a Ciudad del Cabo, inmersión con tiburón blanco y vuelo panorámico en el Delta eso sí.
      En Kenia/Tanzania se puede ir por tu cuenta (cosa que tenemos pendiente) o con agencias locales que tienen precios mucho más ajustados y realmente valen la pena. Nosotros fuimos con Lilac Safaris y muy recomendable (ojo que no ganamos nada ni tenemos comisión alguna).
      Resumiendo el sur es más caro y sí o sí es recomendable ir por tu cuenta salvo que te toque la lotería, contando además que se necesitan días. El este es más barato aunque con más gente, pero tampoco es que haya aglomeraciones. Además se puede contratar agencias a «módicos» precios.
      Para plantearte más dudas también tienes Sudáfrica… jeje.
      En cualquier caso elijas lo que elijas estará bien, África es única y un safari una experiencia que hay que hacer una vez en la vida, lo recordarás siempre.
      Esperamos haberte ayudado y no dudes en preguntar cualquier otra cosa.
      Un saludo!

      Robert y Ely

    • Hola de nuevo, esta vez por aquí Chufina! Nos alegra que te hayan gustado las fotos y que te sirva este diario. Llevábamos dos objetivos: un Tamron 18/270 y un Sigma 70/300. En cualquier caso, estos leones de Moremi estaban al alcance de nuestro brazo rodeando el coche y con un poco de suerte se pueden ver así. El objetivo es lo que menos importa, lo que realmente interesa es el rastreo. No sé si sabes que en el blog de Chavetas fueron recientemente a Botswana y en total vieron a más de 60 leones así que imagínate!

      Un saludo!

      Robert y Ely

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