Beqa Lagoon: Buceando en Fiji con tiburones toro

Conjuntamente con el viaje a Australia decidimos hacer una extensión a alguna isla del Pacífico Sur para descansar los últimos días. Finalmente nos decidimos por descubrir un poco de esta joya de la Melanesia como son las islas Fiji, un paraíso! Buena parte de la última decisión, fue el poder realizar una de las inmersiones más espectaculares que hayamos hecho hasta la fecha: bucear con tiburones toro en Beqa Lagoon.

Muchos meses antes del viaje casi teníamos decidido ir a Vanuatu por los buenos comentarios que nos había dado un australiano en el viaje por Indonesia sobre este otro país isleño. Pero una tarde tranquila en casa y revisando posibles lugares de buceo en el pacífico, fuimos a dar con vídeos sobre un lugar donde los buceadores salían rodeados por gran cantidad de tiburones toro y demás especies de arrecife y dijimos… ahí tenemos que ir! Y llegó el día!

Ely todavía seguía con las emociones a flor de piel tras nuestra visita al Australia Zoo de Steve Irwin, un sueño desde hacía muchos años. Desde Brisbane tomamos un vuelo de Fiji Air que nos llevaría directos hacía Nadi, la segunda ciudad de Fiji tras la capital Suva, pero la única con aeropuerto internacional. Habíamos sobrevolado Nueva Caledonia con unas vistas de los arrecifes preciosas y un tiempo esplendido, pero la bienvenida a Fiji fue más bien pasada por agua. La imagen tranquila y apacible del país ya se puede comprobar con los auxiliares de vuelo de la compañía Fiji Air que van vestidos con camisas estampadas con motivos tribales y desprenden esa sonrisa tan característica.

Tras haber visto tantas fotos, vídeos y leído tantas experiencias de Beqa, ya estábamos a tan sólo unas horas de llegar y a un solo día de realizarlo! A nuestra llegada se fue haciendo de noche y nos quedamos esperando al bus que nos llevaría hasta Pacific Harbour, un pequeño pueblo situado a medio camino entre Nadi y Suva en la denominada Coral Coast, al sur de la isla principal Viti Levu. Fueron 24 FJD por los dos para un trayecto que duraría casi dos horas. Nada más entrar, el bus estaba a reventar pero enseguida una madre les dijo a sus niños que nos hicieran hueco, así que donde cabían cuatro acabamos cinco. Uno de los niños acabó durmiendo sobre mi hombro y entre tumbo y tumbo y ya de noche, llegamos a un punto en medio de la nada donde el conductor nos indicó que bajáramos.

Allí en medio de una carretera oscura donde no se veía ni un alma, nos perjuró el conductor que se encontraba nuestro hotel de Pacific Harbour y efectivamente, tras andar algunos metros acabamos viendo luz. En el Uprising Beach Resort encontramos una de las mejores ofertas calidad / precio de todo el viaje. Qué diferencia con Australia! Reservamos un «Bure» (tradicional casa fijiana)  por unos 70 euros, en frente mismo de la playa e inmenso, con todo lujo de detalles. Era una villa preciosa rodeada de jardines y que lamentablemente poco tiempo pudimos disfrutar, ya que tras la inmersión al día siguiente nos volveríamos a Nadi para ir hasta las islas Yasawa. Cenamos en el restaurante del hotel alguno de los platos típicos de pescado con leche de coco que están buenísimos. No era nada caro y vimos que también disponían de un bar de copas bastante chulo con música para las noches al ladito de la playa.

Al día siguiente y bien temprano mientras desayunábamos, ya vimos a parte del grupo con el que supusimos iríamos a bucear. Se trataba en su mayoría de chinos que ya en el desayuno iban ataviados con el neopreno y tratando de manera muy altiva al personal del hotel. Nunca habíamos buceado con gente de esta nacionalidad, pero habíamos escuchado horrores de ellos y de los coreanos, por el poco respeto que tienen por el mundo submarino. Horas más tarde pudimos comprobar que es bastante cierto. No nos gusta generalizar pero fue una realidad lamentable.

Nos vinieron a recoger del centro de buceo en una furgoneta y en un periquete estábamos en el centro de Pacific Harbour y en la base de Beqa Adventure Divers, que se sitúa en un pequeño edificio a orillas de un río y rodeado de vegetación tropical. En Pacific Harbour existen dos centros de buceo que realizan la “ Fiji Shark Dive” que son Beqa Adventure Divers y Aquatrek. Nosotros elegimos los primeros por los comentarios que habíamos leído y por la suma importancia que daban a la seguridad, ya que no es para menos! Todo el grupo de instructores y guías son fijianos y muchos de ellos familia. Llevan un montón de años haciendo esto y colaborando con proyectos para la protección de los tiburones y la verdad, se nota que les encanta su trabajo.

Nada más llegar procedimos al reparto de material y nos enfundamos los destrozadísimos neoprenos en unas casetas. Seguidamente nos repartimos en dos barcos y salimos por el río a la desembocadura que daba a la Coral Coast. El nombre de los barquitos “se las traía pal canto”, “Predator” y “Hunter” (Depredador y cazador…) para ir metiéndose en el ambiente. El trayecto hasta el arrecife duró unos 40 min ya que el mar estaba un tanto picado y empezó a lloviznar. La adrenalina nos fluía en esos momentos previos que son los que me encantan, y más si sabes que en minutos te vas a sumergir con un montón de esos morlacos de cuatro metros como son los tiburones toro.

En nuestro barco íbamos yo, Ely y dos canadienses, en total cuatro buceadores para cinco Dive Master que velarían por nuestra seguridad. Todos y cada uno de ellos se presentaron y Ben (un tío muy fuerte con el que no me metería) procedió a explicar los “briefings” y todo lo que debíamos seguir al pie de la letra. Ben había estudiado Biología y Ciencias Marinas en Montpellier y pudo hablar con nosotros muy afablemente de todo lo que veríamos y un montón de curiosidades más, sin duda era la voz cantante.

Viendo el rostro del resto, la sonrisa fijiana tan conocida había dado paso a caras serias de concentración. Se notaba que estaban acostumbrados y sabían lo que hacían, pero no se tomaban precisamente esto a cachondeo. En un rincón y sin querer demasiado protagonismo estaba Rusi, un tío con más de 15000 inmersiones en Fiji y principal “feeder” de tiburones. Vamos… el que se encarga de darle las cabezas de atún en mano a esos animalitos con dos pelotas!

Con las últimas indicaciones y ya preparados nos fuimos tirando uno por uno. De ahí directos hasta el fondo a 30 m y siguiendo la pared casi vertical del arrecife. Nada más llegar vimos el espectáculo, había valido la pena llegar hasta allí…

Qúe es la Shark Marine Reserve y el Fiji Shark Corridor en Beqa Lagoon?

Desde 2004 este “santuario” de tiburones fue establecido entre la costa de Viti Levu y la isla de Beqa, situada a 10 km de la orilla. Justo en medio y metido entre los arrecifes que forman el Beqa Lagoon, se sitúa un canal que da paso hasta a ocho especies distintas de tiburones.

En estas aguas protegidas de la pesca se puede ver a una población regular de tiburones toro a parte de punta blanca, punta negra, grises, nurse, punta plateada, limones y en alguna ocasión al tiburón tigre que hace desaparecer a todo el resto.

En 2007 tras el éxito, se decidió ampliar la reserva y en colaboración con el Gobierno de Fiji y varias localidades dueñas de estas aguas, hoy en día existe un equilibrio donde todo el mundo gana. En la reserva se realizan estudios o actividades como el submarinismo y con una parte del importe que se paga, se ayuda a las comunidades de pescadores a buscarse la vida de otra forma y por tanto evitar la pesca ilegal.

Muy recientemente en Noviembre de 2014, la Shark Reef Marine Reserve ha sido designada como el primer Parque Nacional Marino de Fiji, el denominado Shark Reef National Marine Park.

1ª inmersión

En la primera inmersión tras dejar toda la pared coralina a nuestra espalda descendimos hasta una especie de púlpito hecho con un arrecife artificial y desde donde uno sólo debe limitarse a contemplar el espectáculo que surge ante sus ojos. En frente nuestro, una esplanada de arena que se perdía hasta la profundidad del canal y, merodeando en todas direcciones, ya estaban esperando incontables tiburones toro que movían su voluptuoso cuerpo en todas direcciones.

Allí estábamos uno tumbado al lado del otro donde lo más difícil era controlar con tu respiración toda la adrenalina acumulada. La sensación es indescriptible, más cuando personalmente hasta la fecha no habíamos buceado con tiburones de tal tamaño. Cada vez iban subiendo más y más desde el canal y a pesar del día que hacía, la visibilidad era bastante notable.

Acompañando a los toros habían grandes cantidades de pargos, róbalos y jureles de gran tamaño que se acumulaban en grandes bancos y se separaban rápidamente al paso de los gigantes toros. Estos de vez en cuando salían en estampida y era increíble ver la velocidad que pueden alcanzar, son totalmente impredecibles. Uno de los buceadores dejaba caer restos de pescado desde un container situado metros arriba y los tiburones no dudaban en lanzarse a ver lo que pillaban. En ocasiones pasaban realmente cerca pero la sensación de seguridad era total, tan sólo nos preocupaba poder observarlos bien ya que los Dive Master estaban por todos lados.

Pasados 25 min y como nos habían indicado nos dimos la vuelta y teníamos que subir hasta los 15 m en orden preestablecido, con los Dive Master tras nosotros. La verdad que daba respeto darle la espalda a semejantes moles, pero estaban bastante más entretenidos en sus quehaceres que en los buceadores. Alguno sí que subió junto al grupo unos metros más arriba pero sin sobrepasar nunca los 20 m.

Sin duda, mucho más peligrosos que los tiburones fueron el grupo de chinos que nos acompañaban. Haciendo caso omiso a las indicaciones decidieron subir en tromba sin orden alguno, con un control de la flotabilidad nulo y dando patadas al arrecife y al resto de buceadores incluido nosotros. No se trata de una inmersión especialmente difícil, pero sí en la que hay que respetar las reglas, Cuando existe cierto riesgo de peligrosidad, no es una buena idea tener a gente tan maleducada e irresponsable al lado tuyo.

A los 15 m ya habíamos perdido de vista a las moles y nos encontrábamos con un arrecife lleno de vida con los peces típicos del océano indo pacífico. Así como los tiburones de arrecife no bajaban al territorio de los toro, estos tampoco hacían acto de presencia aquí. En esta parte estuvimos disfrutando de numerosos grises y punta blanca que raudos y veloces se colaban por cualquier recoveco y no dudaban en pasar rozándonos. La visibilidad era bastante buena y la cantidad de tiburones cada vez era mayor, siempre atraídos por los pequeños trozos de pescado que les soltaban en ocasiones..

Tras otros 15 min, de nuevo un pitido nos hacía indicar que subiéramos hasta los 5 m para realizar la parada de seguridad, una de las más bonitas que pueden hacerse. Que mejor que esperar a subir hasta la superficie, que seguir disfrutando esta vez de los punta negra que se añadían a la fiesta junto con el resto. Un arrecife lleno de color e impoluto y en el que cuando quisimos darnos cuenta, dos grandes morenas salían de su escondite dándonos la bienvenida, eran enormes! Ya nos habían indicado que cuidado con no acercarse mucho a la pared donde estábamos situados, así que les dejamos bastante espacio para no cabrearlas.

La nota negativa nuevamente fueron el grupo de chinos que no dudaban en alzar el brazo para tocar a cualquier tiburón que pasara cerca. Los Dive Master se hartaron de llamarles la atención infinidad de veces y una vez arriba les cayó una buena bronca. No entendimos esta falta de respeto, ni por los animales ni por los instructores, ni por el resto de buceadores, pudiendo poner en peligro la inmersión. Tampoco entendemos la admiración que puedan tener por estos animales, si luego les encanta su maldita sopa de aleta de tiburón, que cada año causa estragos mundialmente con la caza de millones de estos.

Una vez acabados los 50 min, subimos a la superficie con la bonita imagen de las siluetas de los tiburones pasando justo a unos metros debajo de nosotros.

En el entretiempo de ambas inmersiones hubo tiempo para un té caliente con galletas a la vez que comentábamos la jugada con Ben. El biólogo anotaba todo lo interesante en cada inmersión y nos comentó que habíamos visto unos 40 toros, la mayoría hembras y muchas embarazadas. Como ya habíamos leído, nos dijo que nos encontrábamos casi en la época de cría de esta especie, entre Noviembre y Enero, que abandona el lugar para dar a luz.

Los compañeros canadienses estaban igual de alucinados con todo lo vivido al igual que nosotros y el momento sólo se vio empañado por el cabreo de los fijianos con los chinos por hacer caso omiso a sus órdenes. Comentaban que siempre eran los mismos y tenían que soportarlos cada dos por tres.

2ª inmersión

La segunda inmersión se realiza en el mismo arrecife pero en otro lugar. Bajamos también directos hasta los 25 m hasta llegar a la arena y colocarnos de rodillas. Esta vez Rusi, el «feeder» más veterano, se dedicó a dar las cabezas de atún directamente con la mano a los inmensos toro durante unos minutos. Él iba acompañado de dos buceadores más situados a su lado, “armados” con una barra que no utilizaron en ningún momento.

Nosotros estuvimos situados justo detrás de ellos y nos quedábamos maravillados con los ejemplares que pasaban a nuestro lado. Fueron otros 25 min de gozo y disfrute contemplando estos animales, una máquina perfecta que existe desde hace millones de años y que lamentablemente han disminuido drásticamente hasta en un 90% en todo el mundo.

Tras el tiempo transcurrido subimos de nuevo hasta los 15 m para esta vez disfrutar del arrecife libremente. Siguiendo a los guías pudimos ver de nuevo a más tiburones de arrecife, sobretodo grises y punta blanca merodeando en todos los sentidos.

Uno de los chinos volvió a dar la nota queriendo tocar a un pez león que se encontraba tan tranquilo en su escondite. Alguien le había dicho que es venenoso? No lo sabemos, pero realizó una gilipollez muy grande y de nuevo le pidieron explicaciones. Era necesario hacer eso?

El estado del arrecife de Beqa Lagoon nos sorprendió mucho, con cantidad de peces y rebosante de vida. Nos preguntábamos si no hubiera valido la pena realizar unas inmersiones más aquí o en otro punto del país. Un vida a bordo por el Mar de Koro hubiera sido espectacular pero ni el tiempo ni el dinero iban a favor nuestro.

Con los ojos como platos y llenos de emoción subíamos al barco que nos llevaría directamente hasta el centro de buceo. La tranquilidad por un día más de trabajo acabado con éxito, se reflejaba en las caras de los fijianos que estaban más distendidos y risueños. Ben nos regaló un obsequio que no esperábamos para nada. Había recogido dos dientes de tiburón toro de la arena, uno para nosotros y otro para los canadienses. Sin duda que mejor recuerdo de ese día que un puntiagudo diente con forma de sierra de alguna de esas criaturas que habíamos podido observar, estábamos exultantes.

Nos quedamos con ganas de muchísimo más pero como siempre el tiempo apremia. Apenas un rato después de regresar a tierra y despedirnos de todos, ya estábamos cogiendo un bus de vuelta a Nadi en mitad de la carretera de Pacific Harbour. Atrás quedaba un recuerdo imborrable y una de las mejores inmersiones hasta la fecha realizadas, todavía no salíamos de la sorpresa y el asombro. Tantos meses esperando y aquello que recién habíamos vivido ya parecía un sueño.